Perder peso tiene una gran cantidad de ventajas, tanto en términos de aspecto físico como en lo que tiene que ver con un buen estado de salud. Esto nos brinda más energía y más confianza, nos aleja del riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes, la depresión, la apnea del sueño, la impotencia, el dolor de espalda, las enfermedades cardiovasculares e incluso algunos tipos de cáncer.
Pero a pesar de todos estos beneficios, también hay algunos efectos secundarios no muy agradables, y aunque son mucho menores que las decenas de ventajas, es importante prestarles atención
Pérdida de la masa muscular
«Cuando se pierden kilos cambiando la alimentación, dos tercios del peso que se pierde es grasa y aproximadamente un tercio es músculo», explica William Samuel Yancy, director del Centro de Dieta y Fitness de Duke.
Esto no solo hace que te sientas flácido, sino que también pone en riesgo la quema efectiva de calorías. Por lo tanto, la mejor forma para evitar esto es mantener una buena ingesta de proteínas y hacer ejercicios de entrenamiento de fuerza.
Flacidez
Desafortunadamente, cuando se pierde mucho peso de forma repentina, se puede acabar con la piel flácida por exceso de piel. Adonis Maiquez, director de bienestar y medicina regenerativa del Instituto para el Control y la Intervención de la Edad, cuenta: «La piel se estira con el tiempo para acomodar la masa corporal adicional. Cuando la grasa desaparece, la piel puede no tener suficiente elasticidad para recuperar su forma actual».
¿Entonces qué hacer? Según Holly Wyatt, profesora de medicina de la Universidad de Colorado, «en casos de pérdida de peso extrema, la cirugía plástica puede ser la única alternativa. Sin embargo, si solo estás un poco flácido, puedes intentar construir músculo con ejercicios».
Enfermedades en el estómago
De acuerdo con Wyatt: «Muchas personas que bajan de peso rápidamente desarrollan cálculos biliares. Cuando se reducen las grasas en la alimentación, la vesícula biliar no se contrae con tanta frecuencia, lo que permite que la bilis se concentre en el órgano, conduciendo a la formación de cálculos».
En este sentido explica que «para combatir esto, lo que se debe hacer es incluir grasas en la dieta diaria con el fin de mantener una función adecuada de la vesícula biliar». Por lo general, la grasa es considerada un enemigo para la salud, sin embargo, muchos estudios han demostrado que esta no aumenta la grasa abdominal. De hecho, lo que la aumenta es el exceso de calorías. Además, la grasa puede hacer que tus comidas sean más agradables siempre que mantengas las porciones bajo control.
Mal humor
Tu cuerpo está cambiando, pero también tu temperamento, por lo que muchas de tus amistades podrían haberse alejado. Esto no significa que al perder peso también (en casos excepcionales) estás perdiendo algo de su esencia y podría ser el resultado de la falta de carbohidratos.
Lo que sucede es que la reducción de estos macronutrientes puede agotar las reservas de energía vital que se almacenan en el cerebro para conservar un buen humor. Es por esto que no se recomienda eliminar por completo los carbohidratos de la dieta. Lo mejor es optar por los complejos (no procesados) siempre que sea posible. Estos alimentos contienen fibra, son más ricos en antioxidantes y otros nutrientes beneficiosos.
Tristeza
Aunque deberías sentirte contento por cada kilo que pierdes, muchas veces la tristeza te invade en el proceso, ¿Por qué? De acuerdo con un estudio del University College de Londres, existen casos en los que la pérdida de peso puede aumentar el riesgo de depresión.
Los expertos examinaron a casi 2.000 adultos con sobrepeso durante cuatro años. Los pacientes que bajaron al menos un 5% de su peso corporal tenían más del 70% de probabilidades de sufrir depresión que los que no cambiaron su peso.
Alexis Conason, psicólogo clínico de Nueva York, afirma: «Generalmente, tenemos muchas esperanzas de perder peso. Cuando lo logramos, pero nos enfrentamos a los mismos problemas que teníamos antes del cambio, tendemos a sentirnos frustrados o desanimados». ¿Qué hacer? Alimentarse bien y tener un buen descanso te ayudará a tener la resistencia necesaria para afrontar los retos que se te presenten. «Duerma lo suficiente y coma los alimentos adecuados cuando tenga hambre para reducir el riesgo de depresión», dice.