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Cómo elegir el agua mineral que más te conviene: presta atención a estos valores

Elegir el agua mineral más adecuada puede sonar simple, pero hay varias cosas que considerar para asegurarte de que estás tomando lo mejor para tu organismo.

Cada cuerpo tiene necesidades diferentes, y los elementos presentes en el agua mineral pueden jugar un papel importante en nuestra salud diaria. Aquí te explicamos qué mirar para tomar una decisión informada.

Mineralización: el factor clave

El término mineralización se refiere a la cantidad de minerales presentes en el agua. Este es un punto esencial porque afecta tanto al sabor como a los beneficios que te puede ofrecer. Hay tres niveles principales de mineralización:

  • Muy débil: Tiene menos de 50 mg/L de minerales disueltos. Es ideal para todas las edades, incluidos bebés, ya que es más suave para los riñones.
  • Débil: Contiene entre 50 y 500 mg/L. Es perfecta para el consumo diario y no sobrecarga al sistema renal.
  • Fuerte: Supera los 1,500 mg/L. Este tipo es útil para deportistas o personas que necesitan reponer electrolitos, ya que aporta sales minerales.

Elegir el nivel adecuado depende de tus necesidades personales. Si tienes problemas renales o eres propenso a la retención de líquidos, probablemente deberías optar por aguas de mineralización débil o muy débil.

El pH: más importante de lo que crees

El pH mide si el agua es más ácida o alcalina. Un pH neutro es 7, pero lo ideal varía según tus hábitos y salud.

  • Alcalinas (pH mayor a 7): Se dice que ayudan a neutralizar la acidez en el organismo. Aunque no es una solución mágica, es una opción interesante para quienes buscan mejorar su digestión o cuidar sus huesos.
  • Ácidas (pH menor a 7): Son menos comunes pero pueden mejorar la digestión en algunas personas. Si consumes muchos alimentos grasos o ácidos, considera este tipo de agua.

Es clave recordar que, aunque el pH puede aportar beneficios, el equilibrio general de tu dieta es lo que realmente importa.

Dureza del agua: ¿qué significa?

La dureza se basa en el contenido de calcio y magnesio en el agua. Una forma sencilla de saberlo es mirando cómo afecta al sabor:

  • Las aguas blandas tienen menos minerales y saben más «ligeras». Suelen ser buenas para el día a día y para quienes tienen sensibilidad estomacal.
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  • Las aguas duras contienen más minerales y pueden ayudar con la prevención de ciertas condiciones, como la osteoporosis. Sin embargo, si tienes cálculos renales, puede ser mejor evitarlas.

Elige según tu estilo de vida. ¿Eres deportista? El agua dura puede ayudarte. ¿Problemas de digestión? El agua blanda será más amable con tu sistema.

Beneficios según tus necesidades específicas

El agua no solo hidrata; también cumple funciones específicas según su composición. Aquí te dejamos algunos ejemplos para que evalúes cuál es la más adecuada para ti:

  • Rica en magnesio: Ayuda con los músculos, el sistema nervioso y combate el cansancio. Ideal para personas activas o con estrés frecuente.
  • Alta en calcio: Perfecta para quienes necesitan cuidar sus huesos y dientes. También es útil en la infancia, adolescencia y tercera edad.
  • Baja en sodio: Excelente para personas con hipertensión o dietas bajas en sal. Este tipo tiene un sabor más suave.

Es importante leer las etiquetas. Toda botella de agua debe indicar claramente los minerales que contiene. Esto te ayudará a identificar los valores que te convienen.

Aguas especiales: más allá de la mineralización

En el mercado también encontrarás aguas carbonatadas y otras con características únicas:

  • Carbonatadas: Además de refrescar, pueden favorecer la digestión y aliviar molestias estomacales. Sin embargo, algunas personas pueden experimentar hinchazón.
  • Con gas natural o añadido: La elección entre estos dos tipos depende del gusto y la tolerancia personal. Las naturales suelen tener un sabor más puro.
  • Ultrafiltradas y purificadas: Estas no tienen minerales y son más comunes en países donde la calidad del agua puede variar. Aunque son seguras, no suelen aportar beneficios adicionales más allá de la hidratación básica.

La elección del agua mineral correcta es una decisión personal que depende de tus necesidades de salud, preferencias y estilos de vida. Ya sea que busques un agua ligera para uso diario o una con beneficios adicionales para tu actividad física, lo importante es prestar atención a su mineralización, pH y composición. Leer las etiquetas, entender lo que tu cuerpo necesita y probar diferentes opciones puede marcar una gran diferencia en tu bienestar.

Recuerda que el agua es mucho más que un líquido para hidratarte. También es una fuente de nutrientes esenciales que pueden trabajar en conjunto con tu dieta para mejorar tu calidad de vida. ¡Haz de tu elección una herramienta para cuidar tu salud!

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Veronica Pereira

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