Las 3 principales causas de bloqueo sexual en las mujeres
El deseo sexual y el placer van de la mano, pero a veces, pueden verse obstaculizados por diferentes razones.
Para algunas mujeres, el acto sexual se convierte en una prueba o incluso en una misión imposible debido a condiciones como el vaginismo, la dispareunia o la falta de lubricación. Sin embargo, estas dificultades no son una fatalidad.
El vaginismo: cuando la penetración es imposible
El vaginismo es una contracción espasmódica e involuntaria de los músculos del perineo, que impide la penetración. Aunque pueda parecer un problema marginal, el vaginismo representa entre el 10% y el 15% de las consultas en sexología. Existen dos tipos de vaginismo: el primario y el secundario.
El vaginismo primario se caracteriza por el cierre total del canal vaginal ante la presencia de un cuerpo extraño, como un pene, un dedo u otro objeto. Por otro lado, el vaginismo secundario puede aparecer después de un trauma, como una violación, un parto o una episiotomía, y se desarrolla como una reacción de defensa. Sin embargo, todas las mujeres con vaginismo tienen algo en común: un esquema corporal mental disfuncional. En ellas, la zona genital, especialmente la vagina, no se visualiza como parte de su cuerpo. Además, es recurrente que las mujeres con vaginismo hayan tenido madres sobreprotectoras o incluso intrusivas. El cerrarse hacia los demás se ha convertido en un reflejo defensivo. Sin embargo, algunos casos de vaginismo son selectivos, es decir, la penetración es posible con algunos hombres pero no con otros.
Curiosamente, los sexólogos han observado que las mujeres con vaginismo suelen elegir como parejas a aquellos hombres con quienes no pueden lograr la penetración. El trabajo del sexólogo consiste en enseñar a la paciente a relajarse tanto a nivel nervioso como muscular, a reconocer y expresar sus emociones, y a familiarizarse con su propio cuerpo para que el cerebro lo integre.
La dispareunia: cuando el placer se convierte en dolor
La dispareunia se refiere al dolor que se experimenta durante la penetración. A diferencia del vaginismo, el coito es posible, pero resulta doloroso. Con el tiempo, las relaciones sexuales se espacian debido al temor que genera la penetración, que acaba convirtiéndose en evitación y rechazo. El dolor genital puede manifestarse en la entrada de la vagina, dentro de la vagina o en la parte baja del abdomen.
El dolor en la entrada de la vagina puede ser resultado de una infección local causada por hongos o tricomonas, así como por sequedad en las mucosas (lo cual ocurre con frecuencia cuando se abusa de productos de higiene íntima), una cirugía o una infección urinaria. Las infecciones más comunes son causadas por un desequilibrio en la flora vaginal, y se manifiestan a través de síntomas como enrojecimiento, flujo anormal, molestias o picazón. Cuando la flora que mantiene la mucosa desaparece debido a tratamientos, la inflamación se vuelve crónica y los tejidos se vuelven frágiles y dolorosos incluso con el más mínimo roce.
En algunos casos, el dolor durante la penetración puede sentirse en la parte baja del abdomen. Esto ocurre a menudo después de un parto complicado en el que se ha desgarrado un ligamento de soporte del útero. También puede ser causado por la inflamación de las trompas, un quiste ovárico o endometriosis. Esta última es una afección poco conocida que suele aparecer entre los 25 y los 45 años. Se caracteriza por la proliferación y migración de fragmentos del revestimiento uterino fuera del útero, que se adhieren a las trompas, la vejiga o el recto. Esta afección benigna, que no es cancerosa, provoca dolores, a veces insoportables, cada vez que el pene golpea el cuello del útero o los ligamentos uterinos.
Independientemente de la causa, nunca se debe resignar ante la dispareunia. Esto se debe a que el dolor crónico crea un «circuito del dolor» en el cuerpo, como si se activara un programa de «dolor» cada vez que se inicia el acto sexual. Es importante tener en cuenta que cualquier molestia o dolor que persista en el organismo durante más de dos años es más difícil de tratar. En consulta, los ginecólogos y sexólogos han observado la tendencia de las mujeres a tolerar el sufrimiento. Su tolerancia al dolor es mayor que la de los hombres, y desafortunadamente suelen buscar ayuda demasiado tarde.
La falta de lubricación natural
La lubricación femenina es el equivalente de la erección en los hombres. Es una manifestación y consecuencia de la excitación. El canal vaginal, que normalmente está húmedo, se humedece aún más durante la excitación para permitir movimientos cómodos del pene sin irritar la mucosa. Durante la excitación, las paredes vaginales se cubren de una secreción más o menos abundante, que se produce por la transudación de los numerosos vasos sanguíneos que irrigan la vagina. Estos vasos se dilatan y permiten el filtrado de un líquido.
Existen varias causas para la falta de lubricación natural: una infección o inflamación genital, las secuelas de un parto, las complicaciones de una cirugía, una higiene íntima excesiva o el uso de productos inadecuados, cambios frecuentes de tampones higiénicos o el uso de preservativos sin lubricación. También pueden existir causas hormonales, como la insuficiencia en la secreción de estrógenos y hormonas masculinas, que puede ocurrir durante la menopausia o en casos de amenorrea (cese de la menstruación). Además, algunos anticonceptivos orales pueden afectar directamente la producción de secreciones vaginales. Por último, algunas mujeres no se atreven a pedir a su pareja que respete su propio ritmo, y aceptan la penetración sin estar fisiológicamente preparadas, lo que puede resultar difícil y doloroso.
En caso de falta de lubricación natural, se recomienda el uso de un lubricante para facilitar las relaciones sexuales. Este lubricante puede ser reemplazado por una crema o aceite para bebés (¡sin alcohol!) para darle un carácter menos médico. Si el problema persiste, es imprescindible consultar a un ginecólogo, quien podrá identificar la fuente del problema.
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