4 cosas que no debes hacer cuando tienes un mal día
La psicología nos ofrece pistas importantes sobre los errores más comunes que solemos cometer en los días difíciles. Y aunque cada persona es su propio universo, hay patrones que se repiten y nos sabote

Un mal día no define quién eres, pero sí puede enseñarte mucho. Aquí tienes las cuatro acciones que, según expertos, deberías evitar a toda costa cuando la jornada se tuerce.
No trates de bloquear lo que sientes
Ignorar las emociones, esconderlas bajo la alfombra, o taparlas con distracciones rápidas solo consigue acumular presión. Recuerda que las emociones, hasta las más incómodas, funcionan como señales de advertencia que el cuerpo y la mente envían para avisarnos de que algo no va bien.
En lugar de reprimir sentimientos, la psicología recomienda reconocerlos. Permítete sentirte molesto, frustrado o triste, puesto que son emociones pasajeras y, si las aceptas sin juicio, tienden a perder fuerza. Negarlas solo multiplica su efecto y puede convertir un mal día puntual en una bola de negatividad difícil de manejar.
Evita tomar decisiones importantes
Cualquier decisión impulsiva tomada en medio de la tormenta puede traer consecuencias que lamentarás después. Desde cambiar de trabajo, cortar una relación, hasta responder con dureza a alguien cercano, los impulsos en días negativos suelen ser una mala guía.
Cuando el ánimo está por los suelos, la mente exagera los problemas y minimiza las soluciones. Mejor, aplaza decisiones trascendentes hasta que la marea baje o deja pasar unas horas o espera hasta el día siguiente. Es increíble cómo cambia la perspectiva después de un buen descanso o una caminata al aire libre.

No caigas en el autocastigo
Criticarse sin piedad, compararse con otros, repetir una y otra vez los errores cometidos, incluso lanzarse a hábitos tóxicos como comer de más o abusar del alcohol, son trampas en las que caemos con facilidad y que no resuelven el malestar, solo lo agrandan.
Practica la autocompasión y valida que tienes derecho a sentirte mal sin que eso te haga menos capaz. Recuerda que un tropiezo no borra tus logros ni define tu futuro.
No te aísles del todo
Puede parecer una buena idea encerrarse y no hablar con nadie. Sin embargo, el aislamiento prolongado termina amplificando los pensamientos negativos y el sentimiento de soledad. Aunque no tengas ganas de charlas largas, compartir tus emociones con alguien de confianza aligera la carga.
Busca apoyo en tu círculo cercano, aunque sea solo para escuchar o estar acompañado en silencio. Si lo necesitas, déjate ayudar por profesionales. La red de apoyo es una de las herramientas más poderosas para superar malos momentos. Recuerda: No tienes que hacerlo todo solo.
Otros hábitos que pueden ayudar
Hay pequeños gestos que, aunque sencillos, ayudan a cambiar la dirección de un día complicado:
- Haz una pausa; un par de minutos respirando profundo revitalizan.
- Date un paseo o realiza ejercicio suave. El movimiento físico libera endorfinas, esas sustancias que mejoran el ánimo.
- Practica la gratitud. Piensa en una o dos cosas buenas del día, por mínimas que sean.
- Duerme, ya que a veces solo necesitas recargar energía para ver las cosas con otros ojos.
Actos amables contigo mismo, como preparar tu comida favorita o darte un baño relajante, suman más de lo que parece.
Aceptar que hay jornadas menos buenas es fundamental para el bienestar mental. Incluso los peores momentos son transitorios y la diferencia está en cómo los recordamos y qué mensaje sacamos de ellos.