Un hombre ciego en EE. UU. consigue un permiso para portar armas y expone la incoherencia de la ley

En un caso que ha generado un amplio debate, Terry Sutherland, un hombre legalmente ciego residente en Indiana, Estados Unidos, obtuvo recientemente el permiso para portar armas de fuego. Su caso ha encendido la discusión sobre las regulaciones actuales en el país, poniendo sobre la mesa cuestiones fundamentales sobre seguridad pública y derechos individuales.
¿Cómo logró obtener el permiso?
Sutherland, quien perdió la vista hace algunos años, decidió solicitar el permiso como una forma de mostrar las fallas estructurales en la legislación. En Indiana, desde 2022, cualquier persona mayor de 18 años puede portar armas, ya sea de forma oculta o visible, sin necesidad de una licencia formal, siempre y cuando no sea considerada “persona inadecuada”. Esto incluye a personas con historial de delitos o problemas de violencia doméstica, pero no se evalúan habilidades técnicas como la capacidad de apuntar o disparar.
Cuando Terry se presentó para realizar los trámites, utilizó su bastón blanco que indicaba claramente su discapacidad visual. Relató que nadie cuestionó si él era capaz de manejar un arma de manera segura, lo que, según sus propias palabras, le dejó sorprendido. Finalmente, el permiso fue aprobado sin contratiempos.
Una decisión polémica
El caso de Sutherland es mucho más que un hecho aislado. Representa el dilema de equilibrar los derechos constitucionales con la seguridad ciudadana. La Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos garantiza el derecho a portar armas, pero para muchos, incluido el propio Terry, debería haber criterios mínimos de competencia.
En sus declaraciones, Sutherland cuestionó: “Si yo puedo portar un arma, ¿por qué no puedo tener una licencia para conducir? ¿Qué podría salir peor?” Estas frases resonaron con fuerza entre quienes defienden la necesidad de regular más estrictamente el acceso a las armas en el país.
Opiniones divididas: derechos versus responsabilidad
No todos están de acuerdo con la posición de Terry. Guy Relford, abogado defensor de la Segunda Enmienda, describió la situación como un intento de restringir derechos constitucionales. Según él, el problema no reside en la ley, sino en la responsabilidad individual de quienes portan armas. En este sentido, argumenta que cada individuo debería actuar de manera prudente y segura, sin necesidad de restricciones adicionales.
Por otro lado, quienes apoyan la postura de Sutherland señalan que leyes como las de Indiana dejan abiertas “lagunas legales”. Permitir que alguien con ceguera u otra discapacidad seria obtenga un arma sin pruebas de capacidad técnica podría ser un peligro real, no solo para el individuo, sino también para la sociedad.

El reflejo de un tema más amplio en EE. UU.
El caso de Sutherland no es único en la historia de las leyes estadounidenses. Algunos estados, como Iowa, han permitido desde 2011 que personas ciegas obtengan permisos para portar armas. Defensores de esta práctica argumentan que negar ese derecho podría ser considerado discriminación. Sin embargo, otros estados han implementado medidas más rígidas, como requisitos de entrenamiento en campos de tiro, incluso visión mínima comprobada para manejar armas legalmente.
En el caso de Indiana, las regulaciones actuales revelan tensiones profundas entre la cultura de derecho individual que prevalece en varias partes del país y las preocupaciones colectivas sobre la seguridad. Este es uno de los 24 estados donde los ciudadanos pueden portar armas sin necesidad de permisos o entrenamiento formal.
Lo que esto significa para el futuro de las leyes de armas
Este caso podría afectar el debate en torno a las políticas de armas en Estados Unidos, especialmente en los estados donde las regulaciones son más permisivas. Organizaciones de derechos civiles y grupos a favor de la seguridad pública ya han utilizado el caso de Sutherland como un llamado a revisar la legislación con más detalle.
Terry no se posiciona abiertamente como anti-armas ni pretende atacar la Segunda Enmienda. Pero su propósito es claro: hacer evidente la incoherencia en los procesos actuales. Argumenta que, al menos, se debería requerir una evaluación técnica que garantice que quienes tienen acceso a armas de fuego puedan usarlas correctamente.
¿Hasta qué punto debe llegar el derecho individual cuando interfiere con la seguridad de los demás? El caso de Terry Sutherland presenta un espejo incómodo sobre las políticas de armas en Estados Unidos. Si un hombre ciego puede obtener un permiso sin obstáculos, ¿qué significa esto sobre el nivel de control existente en un país donde los tiroteos masivos son una problemática constante?
Los próximos años podrían ser cruciales para definir si prevalecerán las libertades individuales sin restricciones o si se implementarán reformas que busquen un equilibrio entre derechos y responsabilidades colectivas. Una cosa es clara: historias como la de Terry no pasan desapercibidas y generan discusiones que, tarde o temprano, podrían impulsar cambios en las leyes.