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Salud

Los baños de hielo son populares para la recuperación muscular y el bienestar general. Pero ¿qué dice la ciencia?

En años recientes, los baños de hielo han ganado popularidad, especialmente entre atletas y personas interesadas en mejorar su salud general. Pero, ¿realmente funcionan?

Un baño de hielo, también conocido como inmersión en agua fría, consiste en sumergirse en agua a temperaturas de entre 10 y 15°C durante unos 10-15 minutos. Se suele practicar después de realizar ejercicio intenso o como terapia para el bienestar físico y mental.

El principio detrás de los baños de hielo es la vasoconstricción. Cuando el cuerpo entra en contacto con el agua fría, los vasos sanguíneos se contraen, lo que disminuye el flujo sanguíneo hacia los músculos. Al salir del agua, ocurre una vasodilatación, es decir, los vasos vuelven a expandirse, permitiendo una mayor llegada de sangre rica en oxígeno a los tejidos. Este proceso podría promover la recuperación muscular y reducir la inflamación.

Beneficios respaldados por estudios

Reducción del dolor muscular

Uno de los beneficios más citados es la capacidad de los baños de hielo para disminuir la inflamación y aliviar el dolor muscular, especialmente el conocido dolor muscular de aparición tardía (DOMS, por sus siglas en inglés). Según estudios, las bajas temperaturas ayudan a reducir las microlesiones en las fibras musculares causadas por entrenamientos intensos.

Por ejemplo, después de carreras o entrenamientos de alta intensidad, muchos deportistas reportan menos rigidez y una sensación de alivio tras tomar un baño de hielo.

Mejora del flujo sanguíneo

El contraste entre el frío extremo y la posterior recalentamiento del cuerpo impulsa una mejor circulación. Este aumento en el flujo sanguíneo puede acelerar la eliminación de productos de desecho como el ácido láctico, acumulados durante actividades físicas extenuantes, contribuyendo a una recuperación más rápida.

Estimulación del sistema nervioso central

Los baños de hielo también activan el sistema nervioso central, lo que puede mejorar la sensación de alerta y energía. Además, esta práctica puede liberar endorfinas, reduciendo temporalmente el dolor y aportando un estado de bienestar general.

Potencial para mejorar el sueño

Sumergirse en agua fría puede bajar la temperatura corporal y favorecer la producción de melatonina, una hormona clave para el sueño. Esto podría explicar por qué muchas personas que practican baños de hielo reportan una mejor calidad de descanso.

Foto Freepik

El componente mental: ¿cómo afecta al bienestar?

Más allá de los beneficios físicos, los baños de hielo también tienen un impacto en la resiliencia mental. Soportar las bajas temperaturas requiere concentración y control sobre la respiración, lo que refuerza la conexión mente-cuerpo.

Quienes adoptan esta práctica de manera habitual afirman sentirse más tranquilos y capaces de manejar el estrés del día a día. Esto tiene sentido, ya que enfrentarse voluntariamente al frío extremo puede entrenarte para lidiar mejor con situaciones incómodas o desafiantes.

¿Son adecuados para todos?

Aquellas personas con problemas de salud preexistentes, como enfermedades cardiovasculares o diabetes, deben consultar a un médico antes de intentarlo, ya que el frío extremo puede ejercer presión adicional sobre el corazón y el sistema vascular.

Por otro lado, la exposición prolongada al agua fría puede llevar a efectos negativos como hipotermia o lesiones en la piel. Por eso, es importante seguir un protocolo seguro, limitando el tiempo de inmersión y evitando temperaturas excesivamente bajas.

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¿Qué dice la ciencia sobre su efectividad?

La ciencia apoya algunos de los beneficios de los baños de hielo, pero no todos los resultados son concluyentes. Mientras que es evidente que la exposición al frío puede aliviar el dolor muscular y reducir la inflamación, no hay suficiente prueba de que esta práctica mejore el rendimiento atlético a largo plazo.

Además, algunos estudios sugieren que los baños de hielo podrían interferir con el desarrollo muscular si se usan inmediatamente después del entrenamiento, ya que la inflamación es parte del proceso natural de reparación y crecimiento de los músculos, por lo que reducirla demasiado rápido podría ser contraproducente.

¿Cómo empezar a tomar baños de hielo?

Si estás considerando incorporarlos a tu rutina, es mejor empezar poco a poco. Aquí hay algunas recomendaciones:

  • Comienza con duchas frías antes de pasar a la inmersión total, esto te ayudará a acostumbrarte al cambio de temperatura.
  • Mantén la duración del baño en 10 minutos o menos para evitar incomodidades extremas o efectos adversos.
  • Asegúrate de secarte y calentarte bien al salir del agua para prevenir el frío excesivo.

Recuerda que, como con cualquier método de recuperación, lo más importante es escuchar a tu cuerpo. Lo que funciona para algunos, podría no ser ideal para otros.

Si decides incorporarlos, hazlo con precaución y evalúa cómo responde tu cuerpo. Para aquellos que buscan aliviar el dolor muscular, mejorar la circulación o incluso fortalecer su resistencia mental, esta práctica puede valer la pena, siempre que se haga de forma segura y consciente. ¡Atrévete a probarlo y experimenta el poder del agua fría!

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Veronica Pereira

Veronica siempre ha tenido una pasión por la escritura desde su infancia; hija del padre de un médico y madre naturópata, siempre ha estado inmersa en remedios naturales; se ha convertido en correctora/editora de libros de medicina y escritora independiente para blogs que tratan sobre medicina en general o sobre prevención en particular.

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