¿América sin voz? Trump cierra emisoras públicas en el extranjero

La sorpresiva decisión de la administración Trump de cerrar múltiples emisoras de radio y televisión públicas ha generado un debate mundial sobre el impacto en la democracia y la libertad de prensa. Voice of America, Radio Free Europe y otras organizaciones históricas fueron afectadas directamente, dejando preguntas sobre el futuro de la información internacional en un mundo cada vez más polarizado.
¿Qué sucedió con las emisoras públicas de Estados Unidos?
El 15 de marzo de 2025, la administración Trump ordenó el cese de operaciones de Voice of America (VOA), Radio Martí y otras emisoras financiadas por el gobierno de Estados Unidos a través de la Agencia para los Medios Globales de EE.UU. (USAGM). Este movimiento implicó suspender a miles de periodistas, cerrar oficinas y confiscar equipos de trabajo. En total, aproximadamente 1,300 empleados fueron puestos en licencias forzadas, una medida que dejó estos medios en completo silencio por primera vez en más de 80 años.
Las razones oficiales para este recorte, según la Casa Blanca, se centraron en la necesidad de evitar el financiamiento público de lo que calificaron como “propaganda radical”. Sin embargo, para muchos críticos, esta decisión fue percibida como un golpe directo a la libertad de prensa, una herramienta estratégica que había sido clave para contrarrestar narrativas autoritarias desde la Guerra Fría.
¿Qué papel jugaban estas emisoras en el mundo?
Estas emisoras, creadas inicialmente para combatir la censura en regímenes autoritarios, tenían una misión clara: ofrecer información veraz y objetiva en países donde la prensa independiente no tiene cabida. Voice of America, por ejemplo, transmitía noticias locales de Estados Unidos en más de 49 idiomas, llegando a audiencias en regiones como Asia, Europa del Este y América Latina.
Radio Free Asia y Radio Free Europe tenían una función similar, aunque centradas en países como China, Corea del Norte y Rusia. En estas naciones con gobiernos de corte autoritario, donde el acceso a información libre es limitado, los programas de estas emisoras representaban un faro de esperanza para millones de ciudadanos.
Además, las operaciones de USAGM alcanzaban a una audiencia global estimada en 361 millones de personas semanalmente, mostrando el alcance colosal de estas plataformas. El cierre de estas organizaciones plantea la posibilidad de que cientos de millones pierdan el acceso a información independiente, permitiendo que actores con intereses adversos a Occidente llenen ese vacío con desinformación.
Críticas y reacciones internacionales
El cierre de estas emisoras generó una **reacción inmediata de organizaciones defensoras de la libertad de prensa como Reporteros Sin Fronteras (RSF). RSF declaró que esta decisión “rompe con el papel histórico de Estados Unidos como defensor de la libertad de información” y pone en riesgo 80 años de esfuerzo por promover la libre circulación de ideas.
Por su parte, Michael Abramowitz, director de Voice of America, expresó que esta medida facilita la tarea a los enemigos de Estados Unidos, como Irán, Rusia y China, quienes invierten enormes recursos en campañas de desinformación. Desde su punto de vista, silenciar a estas emisoras no solo afecta la percepción de Estados Unidos en el extranjero, sino que también debilita el liderazgo del país en la defensa de valores democráticos.
Otro argumento en contra fue presentado por Thomas Kent, un exdirector de Radio Free Europe, quien señaló que eliminar estas voces internacionales coloca la narrativa estadounidense en manos de sus opositores, creando un vacío noticioso que probablemente será llenado con discursos antioccidentales.

¿Una medida necesaria o un retroceso?
El cierre de las emisoras también enfrentó críticas desde el propio Congreso y sectores civiles. Algunos republicanos acusaron a emisoras como VOA de tener una supuesta parcialidad hacia posturas progresistas, lo que, según ellos, justificaba el recorte. Sin embargo, defensores de estas agencias argumentaron que este supuesto sesgo no justificaba un ataque tan radical contra medios independientes.
Además, muchos expertos ven esta acción como parte de una estrategia política más amplia para reducir el alcance de agencias gubernamentales que no encajan con la visión ideológica del expresidente Trump. Junto a las emisoras, también se incluyeron otras organizaciones en los recortes, como el Fondo para el Desarrollo de Instituciones Financieras Comunitarias y el Consejo Interinstitucional sobre Personas sin Hogar.
El impacto en el panorama global
El cierre de estas emisoras no solo afecta a sus empleados y la audiencia directa que sintonizaba sus programas. También constituye un duro golpe para el orden informativo global, particularmente en un contexto donde las potencias autoritarias han reforzado sus estrategias de comunicación digital y propaganda.
En un momento de creciente desinformación, con redes sociales y medios controlados por el Estado llenando de narrativas tóxicas el panorama internacional, el apagón de estas voces independientes complica aún más el acceso a información confiable.
¿Y ahora qué?
La decisión de cerrar las emisoras públicas financiadas por el gobierno de EE.UU. deja un vacío en un mundo que ya enfrenta innumerables desafíos informativos. La libertad de prensa y la defensa de la verdad siempre han sido pilares fundamentales de las democracias sólidas. En medio de un entorno global cada vez más autoritario, la ausencia de estas plataformas podría inclinar la balanza en favor de regímenes que buscan silenciar voces críticas.
Los efectos de esta medida se sentirán durante años, especialmente entre aquellas poblaciones que dependían de estas emisoras como su única conexión a una prensa libre. Tal vez, el debate no sea solo sobre el financiamiento público, sino sobre el valor que tiene garantizar que aquellas historias no narradas encuentren su espacio en el mundo. ¿Acaso el costo económico supera la pérdida de una voz independiente en un escenario global tan frágil?