Mujer quedó ciega, sorda y sin poder caminar tras realizarse una cirugía de senos

Someterse a una cirugía estética puede parecer la solución rápida a muchas inseguridades, pero ¿qué ocurre cuando las cosas salen terriblemente mal? La historia de Luciene de Souza, una joven brasileña de 27 años, es un claro ejemplo de que los riesgos son más reales de lo que muchos imaginan. Luciene denunció haber quedado ciega, sorda y paralítica tras una cirugía de senos en Río de Janeiro, y su caso genera impacto y dudas sobre la realidad de la medicina estética en Brasil.
El sueño roto de una cirugía estética
Luciene ahorró durante meses más de 20,000 reales brasileños (unos 3,400 dólares) para cumplir su sueño de aumentar el busto. Así fue como eligió una clínica privada de renombre en Río de Janeiro, asegurándose de que todo estaría bajo control. Como muchas mujeres, buscaba confianza y autoestima, confiando en la promesa de una vida mejor a cambio de un breve proceso quirúrgico.
Pero al despertar de la operación, su peor pesadilla se había hecho realidad: estaba ciega, sorda y paralítica. No recordaba el momento exacto en que perdió la conciencia, y solo percibía un dolor intenso y una profunda confusión. En vez de sentirse renovada, notó que los implantes no estaban y que había una herida abierta y tejido necrosado en su pecho.

Abandono médico y lucha por sobrevivir
La joven afirma que ningún miembro del personal médico se hizo responsable tras la cirugía fallida. Fue su primo quien tuvo que intervenir, trasladándola de urgencia a un hospital público. Allí, enfrentó dos intervenciones más para intentar cerrar las graves heridas y recuperar parte del tejido.
Durante el proceso de recuperación, Luciene sintió miedo y desamparo, ya que la clínica privada se deslindó, alegando que solo facilitó el espacio y que el cirujano actuó por su cuenta. El médico, cuyo nombre no se ha hecho público, aseguró haber seguido todos los protocolos y negó cualquier error. Dijo que brindó atención postoperatoria durante más de un mes y que la paciente decidió dejar el tratamiento por diferencias con su familia.
Diagnóstico y estado de salud actual
Actualmente, tras más de diez meses de sufrimiento, Luciene apenas ha recuperado el 70% de la visión de un ojo. Sigue sin poder caminar, tiene pérdida auditiva casi total y depende de la ayuda de familiares y amigos para realizar actividades básicas. La posibilidad de recuperar su salud sigue siendo incierta, y sus días se llenan de visitas al médico, sesiones de fisioterapia y tratamientos que buscan devolverle algo de normalidad.
A pesar de los altibajos, mantiene la esperanza y considera que su caso debe servir como advertencia a quienes quieren someterse a procedimientos similares. Insiste en que la falta de regulación clara y la ausencia de una supervisión real ponen en riesgo la vida de los pacientes. Su familia, a través de redes sociales, exige justicia y apoya la denuncia ante las autoridades.
La clínica Semiu, donde se realizó la operación, emitió una breve declaración desligándose del incidente. Además, Puntualizó que el cirujano responsable no pertenece a su plantilla permanente y que su única tarea fue ofrecer las instalaciones.
Mientras tanto, la investigación por parte de las autoridades sigue en curso. No hay responsables claros ni acciones preventivas contundentes. El caso ha generado un fuerte debate en Brasil respecto a la responsabilidad de los centros médicos privados y la regulación sobre los especialistas que contratan.
La importancia de la prevención y las investigaciones
Muchas personas ven en la cirugía estética una salida fácil, pero la realidad es que cualquier operación conlleva riesgos: infecciones, mala praxis y, en el peor de los casos, daño irreversible. A veces, confiar solo en la apariencia de una clínica, el precio atractivo o las recomendaciones en redes sociales, puede resultar en tragedias.
La denuncia de Luciene no solo busca justicia para ella, sino también para miles de personas que sueñan con un cambio sin contemplar los riesgos. Antes de entrar a un quirófano por motivos estéticos, hay que recordar que una mala decisión puede costar más que dinero: puede costar todo.
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