¿Por qué para los niños es más fácil aprender un nuevo idioma que para los adultos?
Para los niños, aprender y dominar una segunda lengua es una tarea mucho más fácil que para las personas adultas. El motivo tiene mucho que ver con la etapa de aprendizaje durante los primeros años, es mucho más fácil para ellos memorizar nuevas palabras y grandes cantidades de información, por lo que aprender un nuevo idioma es un ejercicio bastante sencillo. Sin embargo, para el caso de los adultos, el aprendizaje de una lengua extranjera es un proceso mucho más largo, lento y costoso. Pero ¿cuáles son los motivos por lo que la dificultad aumenta?
Como ya mencionamos anteriormente, la primera gran ventaja que tienen los niños es contar con un cerebro programado para aprender y absorber tanta información como sea posible. Mientras que el cerebro de un adulto o joven adulto ya tiene mucha información programada y necesita mucha concentración para poder aprender un nuevo idioma. De hecho, los niños más pequeños absorben esta información inconscientemente, dicho de otra forma, solo lo aprenden sin control, como si se tratara de un instinto.
También se debe tener en cuenta que los niños tienen menos que aprender y menos cosas a las que dedicar atención o preocuparse. Cuando aprendemos un idioma siendo muy jóvenes, simplemente asociamos las palabras con sus significados. Sin embargo, cuando ya somos adolescentes o adultos, usamos demasiado tiempo interpretando y aprendiendo las reglas gramaticales y otras estructuras complejas, lo que dificulta la productividad del aprendizaje.
Otra gran ventaja con la que cuentan los más pequeños es que no tienen ningún tipo de miedo a parecer idiotas cuando pronuncian mal una palabra o se equivocan en cualquier aspecto del aprendizaje. Y aunque no lo parezca, olvidar este tipo de preocupaciones y recibir un feedback positivo cada vez que se intenta poner en marcha la segunda lengua, se convierte en un factor motivante para que los niños sigan aprendiendo.
Entonces, para simplificar toda la información, cuando los niños se ven expuestos desde bebés a dos o más idiomas, pueden adquirir el segundo de forma natural y de manera inconsciente, siendo igual de fácil de prender si se estimula desde los primeros años de aprendizaje. Los bebés antes del primer año tienen la increíble capacidad de poder diferenciar todos los sonidos, lo que les ayuda en su proceso lingüístico. Cuando crecemos, poco a poco nuestro sistema se va ralentizando y nos cuesta más trabajo aprender un nuevo idioma porque obligamos a nuestro cerebro a cambiar de sonidos y de idioma conscientemente cuando lo estudiamos.