Aprender a congelar el pan es una forma útil de prolongar la frescura de cualquier tipo de masa. El primer paso es determinar el tiempo que va estar en el congelador: menos de un mes, una sola capa de protección debería funcionar perfectamente. Si vas a congelar el pan durante más tiempo, es mejor optar por el método de doble envoltura. De esta forma, el pan no cogerá olores extraños ni la temida quemadura del congelador.
Independientemente del método que utilices, siempre es una buena idea utilizar el pan congelado antes de que pasen 3 meses, de lo contrario la calidad puede no ser tan buena cuando lo vuelvas a sacar.
La forma más habitual de envolver el pan congelado, es utilizar una capa de film transparente. El proceso es sencillo, sólo hay que tener cuidado en envolverlo bien con el papel de aluminio para que esté protegido del aire fuerte del congelador.
Otros materiales como las bolsas de congelación, las bolsas de silicona reutilizables o el papel de carnicero también pueden funcionar bien. Dejar salir el exceso de aire para que el sabor de tu pan permanezca inalterado.
Si no crees que podrás comerlo en 30 días, es mejor añadir una segunda capa de protección. Puedes utilizar una segunda hoja de film transparente, una capa resistente de papel de aluminio, un recipiente grande apto para el congelador con tapa hermética, bolsas de plástico aptas para el congelador o bolsas de silicona reutilizables. De nuevo, asegúrate de sacar todo el aire que puedas antes de congelar el pan.
Cuando llegue el momento de sacar el pan del congelador, déjelo a temperatura ambiente. Si parte del aire frío del congelador ha entrado en el envase y el pan está congelado, esto puede causar ciertamente condensación y humedad durante la descongelación. En este caso, retira el pan completamente de su envoltorio. A continuación, deja que se descongele durante una hora a temperatura ambiente, vigilando que no se produzca condensación ni se derrita el hielo.
