Las micotoxinas presentes en el moho pueden volar y acabar en tus pulmones
Una investigación reciente ha llegado a la conclusión de que las toxinas producidas por el moho también pueden movilizarse por medio del aire, acabar en los pulmones y ser responsables de varios tipos de patologías.
Se trata de un descubrimiento qué podría ayudar a comprender un fenómeno llamado «síndrome del edificio enfermo», un estado en el que se incorporan un amplio conjunto de síntomas que parecen aumentar en gravedad a medida que una persona frecuenta una habitación específica de un edificio.
Durante el estudio, un equipo de investigadores franceses ha encontrado pruebas de que las partículas de diferentes especies de hongos (comúnmente conocido como «moho») pueden contener sustancias químicas llamadas micotoxinas, y que estas pueden propagarse por medio del aire.
Para las personas que padecen de asma y otras alergias relacionadas, las propias partículas pueden convertirse en una pesadilla, ya que pueden inflamar los pulmones y provocar desde estornudos, picores en los ojos, estrechamiento de las vías respiratorias, hasta ataques repentinos de asma.
A continuación veremos cuáles son los principales síntomas relacionados con este tipo de «intoxicación por moho»:
- Ojos secos y mal lubricados.
- Sudoración excesiva.
- Dolor abdominal.
- Dolor muscular.
- Dolor en el pecho y dificultad para respirar.
- Llagas en la boca.
- Sed excesiva.
- Confusión.
- Dolores de cabeza, incluso repentinos.
- Pérdida de memoria a corto plazo.
- Presión arterial inestable.
- Temperatura corporal baja.
- Pérdida de cabello.
- Pérdida de audición.
- Cansancio crónico.
- Infecciones por hongos en las uñas.
- Estreñimiento.
- Asma.
- Caries.
- Abscesos y periodontitis.
- Visión borrosa o distorsionada.
- Hormigueo en manos y pies.
- Somnolencia excesiva.
- Convulsiones.
Todos los síntomas que hemos mencionado son desencadenados por los efectos de las micotoxinas, estos aparecen cuando el sistema inmunitario se vuelve sensible a los compuestos de las esporas de moho y los productos de desecho llamados “compuestos orgánicos volátiles microbianos”.
De hecho, desde hace tiempo se conocen los efectos del moho en nuestro cuerpo cuando se ingieren por medio de los alimentos, pero se sabe mucho menos sobre sus consecuencias cuando ingresan en nuestro organismo por medio de la inhalación.
Sobre los pocos datos que se han recolectado, la mayoría de las investigaciones se han centrado en los tipos de hongos que se encuentran en la agricultura. Estas cifras han contribuido a lo que se denomina “concentración de preocupación toxicológica (CoNTC)”, que es de 30 nano gramos por metro cúbico para las micotoxinas agrícolas. Según esto, no deberíamos preocuparnos, ya que hay pocas pruebas que señalen a las micotoxinas de contener la suficiente concentración de elementos como para causar problemas de salud en la mayoría de nosotros.
Pero, se debe tener en cuenta lo que puede suceder en los ambientes interiores, ya que las micotoxinas podrían estar jugando un papel en el aumento de la probabilidad de padecer una enfermedad respiratoria.
Esta nueva investigación examinó hongos como Penicillium brevicompactum, Aspergillus versicolor y Stachybotrys chartarum, estos suelen estar presentes en los rincones húmedos de los cuartos de baño o las habitaciones con poca ventilación, donde sus esporas en forma de raíz, llamadas hifas, pueden viajar por el aire. También se analizó su movimiento por el aire alrededor de un trozo de papel pintado que había sido contaminado con varios mohos.
El resultado fue que las esporas viajaron por el aire gracias a sus estructuras únicas.
Los expertos agregan: «Es probable que la mayor parte de las toxinas presentes en el aire se localicen en las esporas de los hongos, pero también demostramos que parte de la carga tóxica se encontraba en partículas muy pequeñas: polvo o pequeños fragmentos de papel pintado, que podían ser fácilmente inhalados por cualquiera de nosotros».
El hecho de que haya niveles de micotoxinas que puedan inhalarse en partículas más pequeñas que las esporas, y que estas puedan dispersarse en el aire a bajas velocidades en los ambientes interiores, son factores que podrían tenerse en cuenta al evaluar los límites de toxicidad.
La investigación no especifica qué tipo de concentraciones se encuentran habitualmente en nuestros hogares y oficinas, ni cómo se pueden comparar con los límites agrícolas, pero se calcula que hasta el 40% de los edificios de Norteamérica y Europa presentan signos visibles de crecimiento de hongos.