A sus 86 años, esta mujer se convierte en la azafata más longeva del mundo
La azafata de American Airlines Bette Nash celebrará su 65 aniversario de vuelo con la llegada del próximo otoño. Su carrera, que comenzó en1957, ha sido reconocida recientemente por el Libro Guinness de los Récords mundiales.
A sus 86 años, una mujer estadounidense se ha hecho con el récord mundial al ser la azafata de vuelo más anciana del mundo.
Comenzó su carrera exactamente el pasado 4 de noviembre de 1957 y al menos a día de hoy no está dispuesta a dejarla. Con sus bien vividos 86 años, la estadounidense Bette Nash se ha convertido recientemente en la azafata más anciana del mundo y se le han abierto las puertas para ingresar al aclamado podio del famoso Libro Guinness de los Récords mundiales.
En Estados Unidos, mientras que los pilotos están obligados a jubilarse a la edad de 65 años, las azafatas pueden seguir trabajando mucho más allá de esa edad. Y Bette Nash, que se incorporó a American Airlines en 1989, ha logrado algo que sin duda no es sencillo.
Tras 65 años trabajando en el aire, sigue volando en la ruta Nueva York – Washington – Boston, una rutina que le permite a la mujer estar en casa todas las noches para cuidar de su hijo que tiene una discapacidad la cual le impide llevar una vida cotidiana.
La mujer, que empezó a volar con Eastern Air Lines, declaró a la cadena local de televisión estadounidense ABC que en sus primeros años veía a los pasajeros comprar seguros de vida en una máquina expendedora antes de embarcar para partir en sus aviones.
Además, la aerolínea con frecuencia la controlaba en casa para asegurarse de que se mantenía soltera e incluso podían llegar suspenderla si engordaba demasiado. Ella misma cuenta: “En aquel entonces tenías que tener una cierta altura, un cierto peso, una cierta forma de arreglarte y mucho más. En los primeros años de verdad era horrible. Bastaba con que engordaras unos cuantos kilos para que te echaran de tu cargo, así que era superimportante pesarse con frecuencia y mantener la raya si quieres seguir cumpliendo tu sueño, en la mayoría de los casos, dejabas de trabajar o te bajaban el sueldo hasta que recuperaras el peso ideal”.
De hecho, en aquellos lejanos años los pasajeros tenían que pagar el boleto a la azafata en la puerta de embarque. Durante sus primeros vuelos, recuerda que un billete Nueva York a Washington costaba tan solo unos 12 dólares: «Por si fuese poco, también solíamos repartir cigarrillos y cerillas durante el vuelo, por lo que era permitido su consumo después del servicio de comidas”. Sin duda era una época que a día de hoy suena muy distante.
Por último, la galardonada azafata asegura que planea seguir en su trabajo hasta el punto en el que, por motivo de salud, no se le permita continuar trabajando, pero, teniendo en cuenta sus hábitos generales, sin duda quedan varios años de su espectacular servicio.