SOS piel atópica: ¿cómo cuidarla?
La dermatitis atopica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque a menudo se confunde con una afección cutánea común, en realidad es la enfermedad de la piel más común después del acné, como lo demuestran varios estudios.
¿Qué es una piel atópica?
La piel atópica se caracteriza por erupciones cutáneas de origen alérgico, conocidas como dermatitis. Esta enfermedad está en constante aumento y afecta hasta al 20% de la población pediátrica en los países industrializados, y también se está volviendo más común en los países en desarrollo. Además de los síntomas físicos, entre el 25% y el 38% de las personas afectadas informan de un impacto psicológico significativo, lo que la sitúa en el cuarto lugar mundial de las enfermedades que afectan la calidad de vida de los pacientes.
La dermatitis atópica es una enfermedad hereditaria y crónica que se caracteriza por anomalías en la barrera protectora de la piel, lo que la hace porosa y permeable a diversos alérgenos del entorno. Esto provoca brotes agudos de inflamación y picazón, en un fondo de piel extremadamente seca en el cuerpo y en la cara, a veces desde los primeros meses de vida de un bebé.
Esta enfermedad se manifiesta mediante la alternancia de períodos de sequedad extrema de la piel y períodos de inflamación con enrojecimiento, picazón, vesículas húmedas que evolucionan hacia costras. La mayoría de las veces, los pacientes se quejan de insomnio y de una calidad de vida alterada.
Cuidados para la piel atópica
Actualmente, existen productos en el mercado que tienen como objetivo actuar sobre el sistema nervioso para aliviar las sensaciones de picazón y limitar el rascado, como la gama de productos XeraCalm A.D. de Avène, que contiene el complejo I-Modulia derivado del agua termal de Avène.
Mientras tanto, se pueden tomar medidas para protegerse de los factores externos que favorecen las reacciones alérgicas, como el polvo, los pelos de animales, la sudoración intensa durante la práctica de ejercicio físico, los baños en piscinas, las condiciones climáticas frías, secas o húmedas, los ambientes sobrecalefaccionados y el uso de productos de higiene y cuidado personal o irritantes.
Rutina de cuidado para la piel atópica
El primer paso fundamental en el cuidado de la piel atópica es la hidratación. Los agentes hidratantes y lípidos presentes en los productos de higiene y los emolientes ayudan a restaurar eficazmente la barrera cutánea y a proporcionar una mayor comodidad. Estos productos suelen contener ceramidas, colesterol y ácidos grasos en cantidades específicas, como el triglicérido caprílico o cáprico y el aceite de onagra, que es rico en ácido linoleico. Es importante tener en cuenta que la eficacia de un producto en la función de barrera depende de todos los ingredientes de la fórmula y no solo de la presencia o ausencia de un componente en particular. En todos los casos, tanto en adultos como en niños y bebés, es recomendable utilizar fórmulas específicamente diseñadas para pieles atópicas, que hayan sido probadas clínicamente bajo supervisión dermatológica para garantizar su alta tolerancia.
El segundo paso en la rutina de cuidado para la piel atópica es la limpieza suave. Se recomienda utilizar productos sin jabón, como los syndets o los aceites limpiadores, que tengan un pH similar al pH fisiológico de la piel, en lugar de utilizar jabones alcalinos. También es importante evitar el contacto con detergentes y tensioactivos agresivos. El uso regular de emolientes ayuda a mantener la fase de remisión de manera más duradera.
Productos a evitar para la piel atópica
Según los especialistas, es importante evitar el uso de agentes irritantes, como exfoliantes químicos o mecánicos, y ciertos derivados de la vitamina A, que deben evitarse o utilizarse con precaución en adultos. Lo mismo ocurre con los productos fuertemente perfumados en personas sensibilizadas al perfume y sus derivados.