Mala circulación sanguínea: 7 señales que deben preocuparnos
La circulación sanguínea es un proceso vital en nuestro organismo, encargado de transportar la sangre a través de los vasos sanguíneos y suministrar oxígeno y nutrientes a nuestras células. Sin embargo, muchas personas sufren de una mala circulación sanguínea, lo que puede tener diversas consecuencias para la salud.
Importancia de una buena circulación sanguínea
Una buena circulación sanguínea es fundamental para mantener una buena salud en general. Al garantizar que todos los órganos y tejidos reciban un flujo sanguíneo adecuado, se asegura el suministro de oxígeno y nutrientes esenciales, así como la eliminación de desechos y toxinas del organismo.
Por otro lado, una mala circulación sanguínea puede tener diversas consecuencias para la salud. En el caso de una mala circulación venosa, es decir, cuando las venas tienen dificultades para llevar la sangre de vuelta al corazón, pueden surgir problemas como varices, sensación de piernas pesadas, hinchazón en los tobillos y los gemelos, entre otros.
Por otro lado, una mala circulación arterial, que afecta el flujo de sangre oxigenada desde el corazón hacia los tejidos, puede conducir a problemas más graves, como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y dificultades para caminar. También existen enfermedades de la circulación sanguínea que afectan las extremidades, como el síndrome de Raynaud, que provoca cambios en el color y la temperatura de las manos y los pies.
Síntomas de una mala circulación venosa
La mala circulación venosa se caracteriza por un flujo sanguíneo deficiente desde las extremidades inferiores hacia el corazón, el cual puede provocar una serie de síntomas molestos, que incluyen:
Piernas pesadas
La sensación de piernas pesadas es uno de los síntomas más comunes de una mala circulación venosa. Se caracteriza por una sensación de cansancio y pesadez en las piernas, especialmente al final del día o después de períodos prolongados de pie o sentado.
Para aliviar este síntoma, se recomienda elevar las piernas, usar medias de compresión o aplicar frío en las piernas, comenzando desde los tobillos y subiendo hacia los muslos.
Hinchazón
La sensación de piernas pesadas a menudo va acompañada de hinchazón. Puede aparecer un edema, es decir, una hinchazón anormal de las piernas y/o los tobillos, que puede venir acompañada de sensación de ardor e incomodidad, especialmente cuando las temperaturas son altas.
Varices
Las varices son venas dilatadas y retorcidas que suelen aparecer en las piernas. Son el resultado de una mala circulación venosa y pueden ser visibles a simple vista. Además de ser antiestéticas, las varices pueden causar molestias, como picor, dolor y sensación de pesadez en las piernas.
Flebitis
La flebitis es la obstrucción de una vena por un coágulo de sangre. En el caso de la flebitis superficial, también conocida como tromboflebitis, la zona afectada se vuelve dolorosa, roja e inflamada. La flebitis también puede ser profunda y estar acompañada de edema en la pantorrilla o el muslo. Si experimentas dolor, hinchazón o aumento de la temperatura en una extremidad inferior, es necesario consultar a un médico para descartar cualquier riesgo de trombosis.
Hormigueo
Un desequilibrio en la circulación sanguínea puede manifestarse mediante la aparición de hormigueos localizados en las extremidades (manos o pies), que puede durar desde unos minutos hasta varias horas y suele ser causada por mantener una postura que comprime ciertas áreas del cuerpo. Para aliviar estos hormigueos, es importante cambiar de posición o caminar un rato para activar la circulación sanguínea.
Picor
Los hormigueos a veces pueden ir acompañados de picor o escozor. Esta sensación desaparece cuando se está en movimiento, ya que la circulación sanguínea se reestablece más fácilmente.
Dolor y calambres
Cuando la irrigación sanguínea es deficiente, los tejidos articulares y musculares pueden debilitarse, lo que puede causar dolor en las articulaciones y calambres musculares.
Fatiga inusual
Una mala circulación sanguínea debilita el cuerpo, ya que las células tienen más dificultades para funcionar correctamente. Estos problemas pueden generar una sensación de fatiga más o menos intensa y afectar la calidad de vida de la persona afectada.
Síntomas de una mala circulación arterial
La mala circulación arterial se produce cuando hay dificultades en el flujo de sangre oxigenada desde el corazón hacia los tejidos. Esto puede producir síntomas que afectan a diversos órganos y sistemas del cuerpo:
Hipertensión arterial
Una mala circulación sanguínea puede estar asociada con una presión arterial alta, que puede ser causada por varios factores, como deficiencias nutricionales, sobrepeso u obesidad, estilo de vida sedentario, consumo excesivo de alcohol, tabaquismo, estrés o hiperglucemia.
Enfermedad arterial periférica
Antiguamente conocida como arteritis, la enfermedad arterial periférica se produce cuando hay un mal funcionamiento de las arterias de las extremidades inferiores. Esto puede deberse a estrechamiento u obstrucción de las arterias y suele estar asociado con factores de riesgo como el tabaquismo, la diabetes, el colesterol alto, la hipertensión arterial, el sedentarismo, la obesidad abdominal, una alimentación desequilibrada y problemas psicosociales. Si no se trata, esta enfermedad puede tener graves consecuencias, como discapacidades incapacitantes e incluso la amputación de las extremidades, y reduce considerablemente la esperanza de vida.
Accidente cerebrovascular isquémico o infarto cerebral
Los infartos cerebrales, también conocidos como accidentes cerebrovasculares (ACV) isquémicos, representan el 80% de todos los ACV. Se producen cuando una arteria cerebral se obstruye por un coágulo de sangre. Hemiplejia, entumecimiento, trastornos del lenguaje: los síntomas de un ACV isquémico aparecen repentinamente y deben ser motivo de preocupación. Aproximadamente el 20% de los pacientes que han sufrido un ACV isquémico mueren en el hospital, con una proporción más alta en personas mayores. Los ACV isquémicos alteran las capacidades funcionales y solo el 10% de los pacientes que han sufrido un ACV isquémico recuperan todas sus funciones fisiológicas.
Infarto de miocardio o ataque cardíaco
El infarto de miocardio ocurre cuando una o más arterias que suministran sangre al músculo cardíaco se obstruyen. Aproximadamente 12,000 personas mueren cada año por infarto de miocardio. Si bien algunos factores de riesgo, como la edad o la herencia, no se pueden modificar, se puede actuar sobre otros factores, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la diabetes, la hipertensión arterial, el colesterol alto y el sedentarismo, a través de cambios en el estilo de vida.
Cómo mejorar la circulación sanguínea
Afortunadamente, hay varias medidas que se pueden tomar para mejorar la circulación sanguínea:
Compresión
Para prevenir la trombosis venosa, las varices y, en casos más graves, las embolias pulmonares, se puede recomendar el uso de medias de compresión, que están diseñadas para mejorar el flujo sanguíneo en las venas al ejercer una compresión que actúa tanto durante la actividad muscular como en reposo.
Remedios naturales
Existen varias plantas que pueden ser beneficiosas para mejorar la circulación sanguínea debido a sus propiedades venotónicas y protectoras de los vasos sanguíneos. Algunas de ellas son:
- Hamamelis: ideal para combatir la vasoconstricción, disminuir la permeabilidad capilar y aumentar la resistencia de los vasos sanguíneos.
- Rusco: para aumentar la tonicidad de las venas.
- Vid roja: para la tonicidad de las venas y los capilares sanguíneos.
- Ginkgo biloba: para problemas venosos y arteriales.
- Castaño de indias: para aliviar el dolor y la sensación de pesadez en las piernas.
Estilo de vida saludable
Adoptar buenos hábitos puede mejorar rápidamente la circulación sanguínea:
- Reducir y luego dejar de fumar y beber alcohol.
- Adoptar una dieta variada y equilibrada, evitando los alimentos procesados.
- Combatir el sedentarismo mediante la práctica regular de actividad física.
- Luchar contra el estrés a través de técnicas de gestión del estrés como la meditación o los ejercicios de respiración.