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Salud

¿Por qué es tan difícil ir al baño cuando nos vamos de viaje?

Las vacaciones y los viajes son una época emocionante llena de nuevas experiencias, sabores y recuerdos. Sin embargo, para muchos de nosotros, estos momentos fuera de casa también pueden traer consigo un problema incómodo y poco hablado: problemas para ir al baño. Ya sea que estemos visitando a familiares durante las fiestas o disfrutando de unas merecidas vacaciones, nuestro sistema digestivo parece no adaptarse tan fácilmente a los cambios de rutina y entorno.

Fuera de ritmo

Uno de los principales motivos por los que es tan difícil hacer del baño mientras viajamos es que nuestro cuerpo se encuentra fuera de su ritmo habitual. La investigación sugiere que la mayoría de los seres humanos tienen movimientos intestinales con bastante regularidad por la mañana, y rara vez lo hacen por la noche. Sin embargo, los cambios de zona horaria y el jet lag que a menudo acompañan a los viajes pueden alterar este patrón, desplazando nuestra rutina habitual varias horas hacia adelante o hacia atrás. Una vez que logremos adaptarnos a la nueva franja horaria, será más fácil volver a estar en sincronía.

Por esa razón, trata de mantener una rutina matutina lo más similar posible a la que tienes en casa. Si es posible, programa tus actividades y comidas a la misma hora que lo harías normalmente y asegúrate de beber suficiente agua a lo largo del día para mantener una buena hidratación.

Cambios en la dieta

Otro factor que puede desencadenar problemas intestinales durante los viajes es la alteración de nuestra dieta habitual. Ya sea que se trate de un festín navideño, la comida de avión o un menú degustación, es probable que no estemos consumiendo un plan alimenticio similar al que nuestro tracto digestivo está acostumbrado en casa. No se trata de que debamos empacar nuestras propias comidas o evitar los platos especiales, sino más bien de tomar en cuenta los consejos de un experto en salud intestinal sobre cómo mantener una alimentación favorable a la digestión.

Recuerda incluir alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras y granos integrales, en tus comidas. Procura consumir una variedad de plantas, no solo los mismos alimentos una y otra vez. Y por último, agrega algún alimento probiótico, como yogur o chucrut, a tu dieta diaria.

Más alcohol, menos agua

Otra razón por la que puede ser difícil ir al baño mientras se viaja es el consumo excesivo de alcohol combinado con una ingesta insuficiente de agua. Si bien es tentador disfrutar de una copa de vino de Acción de Gracias o de un cóctel tropical durante las vacaciones, es importante tener en cuenta que el alcohol puede tener un efecto deshidratante en nuestro organismo. El experto en salud intestinal Will Bulsiewicz enfatiza la importancia de mantenerse bien hidratado durante los viajes, ya que el agua es crucial para facilitar la digestión y prevenir el estreñimiento.

Foto Freepik

No olvides llevar contigo una botella de agua reutilizable que puedas rellenar a lo largo del día. Alterna las bebidas alcohólicas con vasos de agua para equilibrar la ingesta y presta atención a las señales de deshidratación, como orina oscura o poca frecuencia urinaria.

Menos actividad física

Viajar a menudo implica pasar mucho tiempo sentado en aviones, trenes y automóviles. Y una vez que llegamos a nuestro destino, es probable que también pasemos más tiempo relajados, ya sea alrededor de una mesa, en el sofá viendo un partido de fútbol o en una silla de playa. La inactividad física ha demostrado científicamente aumentar el riesgo de estreñimiento, por lo que es importante hacer esfuerzos por mantenerse en movimiento durante los viajes.

Aprovecha para explorar el lugar de destino a pie siempre que sea posible y programa al menos 30 minutos de actividad física por día, como caminatas, yoga o ejercicios de fortalecimiento. Asimismo, busca oportunidades para moverte, como tomar las escaleras en lugar del ascensor.

Más estrés

Por último, otro factor que puede afectar negativamente nuestra función intestinal durante los viajes es el estrés. Los cambios en la dinámica familiar, los posibles retrasos en los viajes y la necesidad de adaptarnos a un entorno desconocido pueden generar niveles de estrés más elevados. Sabemos que el estrés puede tener varios efectos perjudiciales sobre la digestión, por lo que es importante estudiar y aplicar formas económicas y sencillas de reducirlo antes de emprender un viaje.

Ten presente practicar técnicas de respiración profunda o meditación durante momentos de tensión. Asimismo, reserva tiempo para actividades relajantes, como leer un libro o dar un paseo. Mantén una actitud positiva y flexible ante los imprevistos que puedan surgir.

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Veronica Pereira

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