Cuando una cirugía estética se convierte en una pesadilla: La desgarradora experiencia de una mujer en Turquía
Sara Platt, una madre británica de 33 años, experimentó una transformación física impresionante al perder casi 76 kilos. Sin embargo, su viaje hacia una mayor confianza en sí misma se vio interrumpido por una decisión que cambiaría su vida para siempre. En busca de deshacerse del exceso de piel, Sara decidió someterse a una abdominoplastia, un levantamiento de senos y la colocación de implantes en una clínica de Turquía. Lo que debería haber sido una experiencia rejuvenecedora se convirtió rápidamente en una pesadilla de la que aún se está recuperando.
La promesa de una recuperación rápida
Seducida por las promesas de una recuperación rápida y una estadía agradable, Sara emprendió su viaje a Turquía llena de esperanza de recuperar la confianza en su cuerpo. Sin embargo, desde el momento en que despertó de la cirugía, se dio cuenta de que algo andaba mal. Al examinar su cuerpo, descubrió con horror que su seno se había vuelto de un color violáceo, y el dolor era insoportable. Desesperada, suplicó a su padre que pidiera a las enfermeras que la ayudaran a morir.
Nueve días después de la cirugía, mientras aún se encontraba en Turquía, Sara comenzó a sentirse extremadamente enferma. Cuando ella y su esposo decidieron retirar los vendajes para evaluar el estado de sus heridas, se horrorizaron al ver que un líquido marrón brotaba de su cuerpo, lo que indicaba claramente una infección grave. Aterrorizada, describió esta escena como un momento en el que creyó que sus órganos literalmente saldrían de su cuerpo.
Cirugía de emergencia en condiciones precarias
Esta infección llevó al cirujano turco a operar a Sara nuevamente, pero esta vez en condiciones mucho menos tranquilizadoras. Fue llevada a una sala que parecía más un salón de belleza que un quirófano. Solo se utilizó anestesia local, lo que significaba que Sara estaba plenamente consciente mientras el cirujano intentaba reparar los daños. El dolor que experimentó la marcó de por vida, llegando a comparar esta experiencia con un verdadero tormento.
De vuelta en el Reino Unido, fue atendida de inmediato por el profesor Iain Whitaker, un cirujano plástico consultor, quien constató la magnitud de los daños. Confirmó que su estado era crítico, con una infección grave y necrosis de los tejidos que podrían haberle costado la vida si no hubiera recibido tratamiento a tiempo. En total, Sara se sometió a nueve cirugías para reparar los daños causados por la operación en Turquía.
Pérdida del seno derecho y cicatrices permanentes
Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos de los médicos británicos, Sara perdió su seno derecho y quedó marcada por importantes cicatrices. Se necesitó un injerto de piel de 8 cm de ancho por 11 cm de largo en su abdomen, lo que también afectó su movilidad física. A pesar de estas complicaciones, se considera afortunada de haber sobrevivido a esta prueba.
El 14 de agosto de 2023, Sara se sometió a su décima cirugía correctiva, con el objetivo de extirpar el injerto de piel que limitaba su movilidad. El profesor Whitaker logró cerrar la herida y sellar la piel, un avance que podría aliviar sus dolores y mejorar su calidad de vida.
Hoy en día, Sara se esfuerza por advertir a otros sobre los peligros de las cirugías estéticas en el extranjero. Desea que su historia sirva de advertencia para aquellos que consideren acudir a clínicas de bajo costo en Turquía u otros lugares, donde la calidad de la atención y las condiciones postoperatorias pueden estar lejos de los estándares esperados.