Sexo y relaciones

Cinco preguntas que debes hacerte antes de hacer un trío

Hacer un trío es una fantasía sexual que muchos albergan en secreto, pero dar el paso de llevarla a la práctica conlleva una serie de consideraciones importantes. Antes de embarcarse en esta experiencia, es fundamental reflexionar sobre una serie de preguntas que pueden marcar la diferencia entre una vivencia satisfactoria y una fuente de conflictos y arrepentimientos.

¿Por qué quiero hacer un trío?

Adentrarse en un encuentro a tres no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Es importante ser honestos con nosotros mismos y examinar con detenimiento nuestras motivaciones. ¿Es realmente una fantasía que deseamos experimentar o es más bien una forma de intentar solucionar problemas en nuestra relación de pareja? Si la respuesta a esta última pregunta es afirmativa, lo más probable es que el trío no cumpla con su propósito y, por el contrario, agrave aún más las dificultades.

Hacer un trío desde el miedo a la comparación, al abandono o a la infidelidad casi siempre acaba convirtiéndose en una experiencia negativa y dolorosa. Por el contrario, si lo que nos mueve es la curiosidad, el deseo de ampliar nuestro repertorio sexual y la voluntad de compartir una vivencia placentera con nuestra pareja, entonces es más probable que podamos disfrutar plenamente de esta práctica.

¿Estamos emocionalmente preparados?

Llevar a cabo un trío requiere no solo de la estabilidad y confianza en la relación de pareja, sino también de un importante trabajo a nivel personal. Tener claros nuestros límites, sentirnos cómodos con nuestra sexualidad y ser capaces de practicar la compersión (es decir, sentir placer al ver a nuestra pareja disfrutar, incluso si no es con nosotros) son algunas de las habilidades emocionales clave.

Si por el contrario, experimentamos inseguridades, celos o miedo a la comparación, es fundamental abordar primero estos aspectos antes de dar el paso. De lo contrario, el trío podría convertirse en una fuente de sufrimiento en lugar de placer.

Foto Freepik

¿Quién será la tercera persona?

La elección de la tercera persona que se unirá a nosotros y a nuestra pareja es un aspecto crucial. Algunas parejas optan por invitar a alguien que ya conocen, como un amigo o familiar, mientras que otras prefieren recurrir a un/a desconocido/a.

Cada opción conlleva ventajas e inconvenientes. Involucrar a alguien cercano puede facilitar la confianza, pero también aumenta el riesgo de que surjan vínculos emocionales o complicaciones posteriores. Por otro lado, elegir a un/a desconocido/a ayuda a mantener las cosas en un plano más puramente sexual, pero requiere de un mayor esfuerzo para generar una conexión.

Lo más importante es que tanto nosotros como nuestra pareja estemos cómodos y de acuerdo con la persona elegida. Establecer límites claros y asegurarnos de que cumple con nuestros requisitos de salud y seguridad también será fundamental.

¿Cuáles son nuestros límites?

Antes de dar el paso, es imprescindible establecer de manera clara y consensuada los límites que no estamos dispuestos a traspasar. Esto incluye aspectos como:

Prácticas sexuales permitidas: ¿Habrá penetración? ¿Sexo oral? ¿Uso de juguetes?

Niveles de intimidad: ¿Está permitido el beso en los labios? ¿Y las caricias íntimas?

Contacto posterior al encuentro: ¿Podrá haber comunicación o contacto con la tercera persona fuera del momento sexual?

Acordar una «palabra de seguridad» que nos permita detener el encuentro en cualquier momento también es una medida recomendable.

¿Cómo gestionaremos los posibles celos?

Los celos son una emoción que puede surgir fácilmente en el contexto de un trío, incluso en parejas con una relación sólida. Anticipar esta posibilidad y tener estrategias para manejarla es fundamental para que la experiencia no se convierta en un calvario.

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Algunas ideas:

Practicar la compersión: cultivar la capacidad de sentirnos felices por la felicidad de nuestra pareja, incluso si no somos nosotros quienes la proporcionamos.

Comunicación abierta y honesta: estar atentos a nuestras emociones y expresarlas sin tapujos, así como escuchar y validar las de nuestra pareja.

Establecer rutinas de «cuidado posterior»: realizar gestos de afecto, atención y reconocimiento tras el encuentro.

Si a pesar de todo, los celos se vuelven incontrolables, será mejor posponer o incluso descartar la idea del trío. Nuestra salud emocional y la solidez de nuestra relación deben ser la prioridad.

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Dany Levito

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