Una pareja de lesbianas adopta a tres hermanos menores de 4 años para que puedan crecer juntos
La maternidad es un viaje lleno de desafíos y alegrías, y cuando se trata de formar una familia, las historias de amor y sacrificio se vuelven aún más conmovedoras.
La decisión de formar una familia
Cecilia y Marisela, una pareja argentina, se conocieron hace más de una década. Desde sus primeros días juntas, disfrutaron de su relación sin pensar en la posibilidad de tener hijos. Sin embargo, todo cambió en 2010, cuando Argentina aprobó el matrimonio igualitario y la adopción para parejas del mismo sexo. Este avance legal les abrió la puerta a un nuevo capítulo en sus vidas.
La pareja comenzó a explorar la posibilidad de adoptar, aunque al principio se sintieron intimidadas por el proceso. «Siempre habíamos hablado de la posibilidad de adoptar, pero era algo completamente desconocido para nosotras», compartió Cecilia en una entrevista. Con determinación, decidieron que estaban listas para dar el siguiente paso y formar una familia.
El proceso de adopción
Cecilia y Marisela enfrentaron varios obstáculos en su camino hacia la adopción. Desde 2016 hasta principios de 2018, intentaron tratamientos de fertilidad sin éxito. A pesar de las dificultades, su deseo de ser madres nunca disminuyó. «Después de siete intentos, decidí que era hora de buscar otras opciones«, recordó Cecilia.
En agosto de 2018, la pareja completó la solicitud en el Registro de Adoptantes de la provincia de Buenos Aires. Este fue un paso crucial que les permitió iniciar el proceso formal de adopción. Después de varias entrevistas y la visita de una asistente social, finalmente recibieron la aprobación para adoptar.
La llegada de los hermanos
En marzo de 2019, Cecilia vio una convocatoria pública para adoptar a tres hermanos en Misiones. Sin pensarlo dos veces, se puso en contacto con el registro de la provincia. Los niños, de 10, 11 y 14 años, estaban en estado de adoptabilidad, y la idea de mantener a la familia unida fue lo que más atrajo a Cecilia y Marisela.
La pareja viajó 12 horas hasta Misiones para conocer a los hermanos. Desde el primer encuentro, se dieron cuenta de que había una conexión especial. «Cuando conocimos a Joaquín, nos sorprendió con la frase: ‘Hace siete años que espero por este momento’. Fue un momento muy significativo», compartieron.
La conexión emocional
El primer día, Cecilia y Marisela se encontraron con los dos hermanos menores, Eli y Joaquín. La conexión fue instantánea. Con el tiempo, también conocieron a Gastón, el hermano mayor, quien inicialmente era más reservado debido a su discapacidad. Sin embargo, a través de abrazos y momentos compartidos, comenzaron a construir un vínculo sólido.
Aunque Alex, el hermano de 17 años, había decidido no ser adoptado inicialmente, su deseo de permanecer cerca de sus hermanos lo llevó a involucrarse en el proceso. «Quería vincularme para poder seguir en contacto con mis hermanos», comentó Alex. Esta decisión fue un paso importante hacia la formación de una familia unida.
La vida juntos
Después de dos semanas de convivencia en Misiones, la pareja y los niños se sintieron como una familia. «Nos enamoramos todos», dijeron Cecilia y Marisela. Al regresar a Buenos Aires, los niños fueron recibidos con amor por el resto de la familia, incluyendo abuelos y primos.
La llegada de los tres hermanos trajo consigo desafíos, pero también una inmensa alegría. Las mamás trabajaron arduamente para crear un entorno acogedor y seguro para sus hijos. «Sabíamos que el camino no sería fácil, pero el amor siempre prevalece», afirmaron.
Reflexiones sobre la maternidad
Cecilia reflexiona sobre su viaje y la forma en que construyeron su familia. «A veces nos preguntamos por qué no podía quedar embarazada, pero la vida tiene otros planes para nosotras, y son los mejores», dijo. Esta perspectiva positiva resalta la importancia de aceptar y celebrar la diversidad en las familias modernas.
La historia de Cecilia y Marisela es un testimonio del poder del amor y la resiliencia. Al adoptar a tres hermanos, no solo les brindaron un hogar, sino que también demostraron que la familia no se define por la estructura tradicional, sino por el amor y el apoyo mutuo.
La comunidad y el apoyo
Cecilia y Marisela encontraron apoyo en diversas comunidades, incluyendo grupos de madres adoptivas y organizaciones LGBTQ+. Estas redes les proporcionaron recursos y una comunidad de personas con experiencias similares, lo que les ayudó a navegar el proceso de adopción y la crianza de sus hijos.
La historia de esta pareja ha inspirado a muchas otras familias en situaciones similares. Su valentía y compromiso con la adopción son un ejemplo de cómo el amor puede superar cualquier obstáculo. «Esperamos que nuestra historia sirva de inspiración para otros que están considerando la adopción», comentaron.
La importancia de la visibilidad
Las parejas del mismo sexo a menudo enfrentan estigmas y prejuicios en la sociedad. Sin embargo, la visibilidad de historias como la de Cecilia y Marisela ayuda a romper barreras y fomentar la aceptación. «Es fundamental que las familias diversas sean vistas y valoradas», afirmaron.
Al compartir su experiencia, Cecilia y Marisela se convierten en modelos a seguir para otras parejas que desean adoptar. Su historia demuestra que, aunque el camino puede ser complicado, el amor y la dedicación pueden crear un hogar lleno de felicidad.
Futuro brillante
Cecilia y Marisela tienen grandes sueños para el futuro de sus hijos. «Queremos que crezcan en un entorno donde se sientan amados y apoyados», dijeron. Su compromiso con la educación y el bienestar emocional de los niños es una prioridad.
A medida que sus hijos crecen, la pareja se asegura de que siempre tengan un lugar seguro al que llamar hogar. «La familia es lo más importante para nosotras, y haremos todo lo posible para proteger y guiar a nuestros hijos», afirmaron.
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