Clamidia vs gonorrea: cómo entender estas infecciones de transmisión sexual y la diferencia entre ellas

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son un problema de salud global que afecta a millones de personas cada año. Entre las más comunes se encuentran la clamidia y la gonorrea, ambas causadas por bacterias distintas y con características que, aunque similares, tienen diferencias importantes. Conocer estas diferencias y síntomas es esencial para prevenir complicaciones a largo plazo y garantizar el bienestar personal.
¿Qué es la clamidia?
La clamidia es una infección bacteriana causada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Es una de las ITS más frecuentes, especialmente entre los jóvenes sexualmente activos. Una de las particularidades más relevantes de la clamidia es que suele ser asintomática en sus primeras etapas. Esto significa que muchas personas pueden tenerla y transmitirla sin darse cuenta.
Cuando aparecen síntomas, estos pueden incluir:
- Dolor al orinar.
- Secreción anormal en los genitales.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
- Dolor en la parte inferior del abdomen.
Si no se trata a tiempo, la clamidia puede provocar enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) en las mujeres, aumentando el riesgo de embarazos ectópicos e infertilidad. En los hombres, puede causar inflamación en los conductos que transportan esperma, lo que se conoce como epididimitis.
¿Qué es la gonorrea?
La gonorrea, por su parte, es causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, también conocida comúnmente como el gonococo. Similar a la clamidia, esta infección puede transmitirse a través de contacto vaginal, anal u oral sin protección. Aunque también puede ser asintomática, los síntomas suelen aparecer más rápidamente en la gonorrea.
Entre los signos de la gonorrea se encuentran:
- Secreción genital amarillenta o verdosa.
- Dolor o ardor al orinar.
- Sangrado entre periodos en las mujeres.
- Dolor o inflamación en los testículos para los hombres.
Si no se trata, al igual que la clamidia, puede llevar a problemas graves de salud. En las mujeres, la gonorrea también puede causar EIP con las mismas consecuencias que la clamidia. En los hombres, la gonorrea no tratada puede llevar a infertilidad y dolor persistente.
¿Cómo se diferencian la clamidia y la gonorrea?
Aunque ambas infecciones son bacterianas y comparten vías de transmisión similares, tienen diferencias clave:
Tipo de bacteria: la clamidia la causa Chlamydia trachomatis, mientras que la gonorrea es resultado de Neisseria gonorrhoeae.
Frecuencia de síntomas: la clamidia es notoriamente más asintomática, especialmente en sus primeras etapas, lo que dificulta su detección oportuna. La gonorrea suele mostrar síntomas más notorios.
Resistencia a medicamentos: la gonorrea ha mostrado un aumento preocupante en la resistencia a los antibióticos, especialmente en tratamientos tradicionales. Esto ha llevado al uso de inyecciones intramusculares en algunos casos.

La importancia de las pruebas
Dado que ambas ITS pueden ser asintomáticas, hacerse pruebas regulares es fundamental, sobre todo si la persona tiene múltiples parejas sexuales o no utiliza protección durante el sexo. Las pruebas son muy similares para ambas infecciones y suelen incluir:
- Muestras de orina.
- Hisopos para detectar presencia de bacterias en el área genital, anal o garganta.
Gracias a los avances médicos, ambas infecciones son tratables y curables con antibióticos. Sin embargo, el tratamiento debe iniciarse cuanto antes para evitar complicaciones. Si una persona es diagnosticada, es crucial que también lo informe a sus parejas sexuales para que puedan tratarse.
¿Qué ocurre si ambas infecciones coinciden?
Es común que la clamidia y la gonorrea aparezcan juntas. Esto se debe a que las personas expuestas a una ITS a menudo tienen un mayor riesgo de contraer otras. Por eso, los médicos suelen realizar pruebas para ambas infecciones cuando se sospecha una sola de ellas. Los tratamientos combinados son recomendados en estos casos.
Prevención: la clave para una vida sexual saludable
Prevenir estas infecciones no solo protege la salud personal, sino también la de las parejas sexuales. Algunas de las medidas más eficaces incluyen:
- Uso correcto del condón en todas las prácticas sexuales (vaginal, anal u oral).
- Limitar el número de parejas sexuales.
- Realizarse pruebas de detección regularmente.
- Hablar abiertamente con las parejas sexuales sobre prácticas sexuales seguras y antecedentes de ITS.
Asimismo, recibir tratamiento inmediato ante cualquier síntoma inusual puede evitar que estas infecciones se diseminen.