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Salud

Cómo saber si sufres de una hernia discal

¿Tu dolor de espalda se ha vuelto constante o incluso insoportable? Muchas personas ignoran los síntomas iniciales de una hernia discal, confundiéndolos con molestias comunes. Aquí te explicamos lo esencial para reconocer esta condición y qué hacer si la sospechas.

¿Qué es una hernia discal?

Tu columna vertebral está compuesta por huesos (vértebras) separados por pequeños discos que actúan como amortiguadores. Una hernia discal ocurre cuando el material interno del disco se desliza o rompe su envoltura exterior, ejerciendo presión sobre los nervios que se encuentran cerca. Este problema es más común en la parte baja de la espalda y el cuello, donde se produce mayor movimiento.

El dolor puede variar desde leve a intenso, y en algunos casos hasta incapacitar. Pero el dolor no es el único síntoma, ya que los problemas neurológicos como entumecimiento o debilidad muscular pueden ser indicadores importantes.

Síntomas comunes de una hernia discal

Uno de los primeros pasos para identificar una hernia discal es escuchar tu cuerpo, ya que el dolor que se irradia es uno de los principales signos. Por ejemplo, una hernia en la región lumbar puede causar dolor que corre desde la espalda baja hacia una pierna (conocido como ciática). En el cuello, podrías sentir molestias que bajan hacia los hombros o los brazos.

Otros síntomas incluyen:

  • Hormigueo y entumecimiento: podrías sentir que partes del cuerpo “se duermen”, especialmente en las áreas que reciben señales de los nervios comprimidos.
  • Debilidad muscular: si los nervios que controlan ciertos músculos están afectados, podrías notar dificultad para levantar objetos o moverte con normalidad.
  • Dolor al moverte: acciones como agacharte, girar el torso o incluso estirarte pueden empeorar el dolor.

Pero no todos los casos son iguales, porque algunas personas tienen una hernia de disco sin saberlo, ya que no experimentan síntomas hasta que la presión en los nervios aumenta.

Foto Freepik

Factores que aumentan el riesgo

Al comprender las causas, también puedes tomar medidas para prevenirlas. El envejecimiento es un factor clave, ya que los discos pierden flexibilidad con el tiempo. Sin embargo, otros aspectos también influyen, como:

  • Exceso de peso: la presión adicional en la columna aumenta el riesgo de hernias.
  • Trabajos físicos exigentes: levantar objetos pesados o realizar movimientos repetitivos puede desgastar los discos.
  • Lee también:
  • Estilo de vida sedentario: permanecer sentado por largas horas puede debilitar los músculos que sostienen la columna.
  • Tabaquismo: disminuye el flujo de oxígeno a los discos, dificultando su recuperación.

Si estos factores te resultan familiares, toma en cuenta que hacer pequeños cambios en la rutina diaria puede prevenir futuros problemas.

Cómo diferenciarlo de otras condiciones

El dolor de espalda es común y no siempre significa que tienes una hernia de disco. Por esa razón, es crucial diferenciar entre un simple esguince muscular y algo más serio. Mientras que un esguince suele mejorar con descanso, una hernia puede mostrar patrones recurrentes de dolor o síntomas que afectan otras partes del cuerpo, como los brazos o las piernas.

Además, si experimentas algo como descargas eléctricas en una extremidad, esto suele ser un claro indicador de daño nervioso, relacionado frecuentemente con esta condición.

Diagnóstico y pasos a seguir

El diagnóstico generalmente incluye una evaluación física y una revisión de tus síntomas. Se pueden usar pruebas como:

  • Resonancias magnéticas (MRI) para ver el daño en los discos y nervios.
  • Estudios de conducción nerviosa para medir el impacto en los nervios.

No temas buscar ayuda profesional. Identificar la causa exacta del dolor te permitirá tomar decisiones informadas sobre tu tratamiento.

Opciones de tratamiento

Para la mayoría de las personas, los síntomas mejoran con tratamientos conservadores, los cuales incluyen medicamentos analgésicos, fisioterapia y ejercicios específicos que fortalecen los músculos de la espalda y mejoran la postura. En algunos casos, se pueden emplear inyecciones de corticosteroides para reducir la inflamación.

La cirugía se reserva para casos graves en los que hay pérdida de función motora o el dolor no mejora con el tratamiento inicial. Incluso en estos casos, los métodos quirúrgicos actuales son avanzados y menos invasivos.

¿Cuándo es momento de actuar?

Retrasar el tratamiento podría empeorar la situación y provocar complicaciones más serias. Busca atención médica si tienes:

  • Dolor persistente que no mejora con reposo.
  • Debilidad que afecta tu movilidad diaria.
  • Pérdida de control en la vejiga o intestinos (un síntoma raro pero crítico).

Consulta a un especialista para un diagnóstico y tratamiento temprano. Recupera tu calidad de vida y enfrenta el problema con las herramientas adecuadas. ¡Tu espalda te lo agradecerá!

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Veronica Pereira

Veronica siempre ha tenido una pasión por la escritura desde su infancia; hija del padre de un médico y madre naturópata, siempre ha estado inmersa en remedios naturales; se ha convertido en correctora/editora de libros de medicina y escritora independiente para blogs que tratan sobre medicina en general o sobre prevención en particular.

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