¿Cuáles son los pros y los contras de vivir juntos antes del matrimonio?
Vivir en pareja antes de dar el sí definitivo se ha vuelto cada vez más común en nuestra sociedad. Más del 70% de las parejas en Estados Unidos eligen convivir antes de casarse, creyendo que esto les permitirá conocerse mejor y evaluar si están preparados para dar el gran paso.
El fenómeno de «dejarse llevar»
Una de las claves para entender el impacto de la convivencia prematrimonial se encuentra en el proceso de toma de decisiones que suele caracterizar este paso. Diversos estudios han revelado que, en muchos casos, el paso de vivir juntos al matrimonio no responde a una decisión consciente y meditada, sino a un fenómeno que se ha denominado «dejarse llevar».
A diferencia de un proceso racional y emocional de sopesar pros y contras, el «dejarse llevar» implica una gradual deriva hacia el compromiso, sin que la pareja sea plenamente consciente de ello. Es como si la corriente los fuera arrastrando poco a poco, sin que hayan elegido explícitamente esa dirección.
Este mecanismo de «no-decisión» tiene importantes implicaciones para la calidad y estabilidad del posterior matrimonio. Cuando el compromiso no surge de un profundo amor y una firme voluntad, sino de un proceso pasivo de «dejarse llevar», es más probable que surjan problemas a largo plazo.
El papel del compromiso
Estrechamente ligado al fenómeno del «dejarse llevar» está la cuestión del compromiso en las relaciones amorosas. Según la teoría del compromiso psicológico, existen tres factores clave que determinan el nivel de compromiso: el grado de amor, el precio de la separación y la disponibilidad de alternativas.
Cuando el amor es intenso y profundo, y el costo de separarse es alto, el compromiso tiende a ser más sólido. Por el contrario, si hay muchas alternativas amorosas disponibles, el compromiso se debilita. Aquí es donde la convivencia prematrimonial puede jugar un papel importante.
Al vivir juntos antes de casarse, la pareja puede creer que ya han probado la vida en común y que el siguiente paso es simplemente una formalidad. Sin embargo, el compromiso que implica el matrimonio es cualitativamente distinto al de la mera convivencia. Los desafíos, responsabilidades y limitaciones son mucho mayores, y requieren de una decisión mucho más deliberada y consciente.
Subestimando las diferencias
Otro factor que puede incidir negativamente en las parejas que eligen vivir juntas antes de casarse es la tendencia a subestimar las diferencias entre estas dos etapas. Muchos creen que el paso del «vivir juntos» al «estar casados» será un cambio mínimo, cuando en realidad se trata de una transición profunda.
La convivencia prematrimonial puede ser vista como una «prueba» en mejores condiciones, con menos compromisos y desafíos que el verdadero matrimonio. Esto puede generar una falsa sensación de preparación, cuando en realidad las exigencias del vínculo conyugal son mucho mayores.
Además, al haber experimentado ya la intimidad física y la vida en común, es posible que la pasión y el deseo no se encuentren en su punto máximo al momento de casarse. Esto puede dificultar la capacidad de la pareja para superar los primeros años difíciles del matrimonio, cuando suelen presentarse los mayores retos.
Efectos a corto y largo plazo
La evidencia científica sugiere que los efectos de la convivencia prematrimonial pueden variar según el momento en que se analice la relación. En el corto plazo, es decir, durante el primer año de matrimonio, las parejas que habían convivido previamente tienen menos probabilidades de separarse que aquellas que no lo habían hecho.
Esto probablemente se deba a la ventaja de la experiencia que ya han adquirido al haber vivido juntos. Sin embargo, este efecto beneficioso desaparece con el tiempo. Pasado el primer año, la desventaja de haber convivido antes se hace más evidente, aumentando significativamente las probabilidades de separación o divorcio.
Diversos estudios han encontrado que, a largo plazo, las parejas que vivieron juntas antes de casarse tienen casi el doble de probabilidades de disolver su matrimonio en los primeros 10 años, en comparación con aquellas que no lo hicieron.
El impacto en la calidad del matrimonio
Pero los efectos de la convivencia prematrimonial no se limitan a la estabilidad de la unión, sino también a la calidad de la relación conyugal. Varios investigadores han hallado que las parejas que vivieron juntas antes de casarse tienden a tener matrimonios menos felices y una comunicación más deficiente.
Esto puede deberse a que, al haber experimentado ya la intimidad física y la vida en común, la pasión y el romance no se encuentran en su punto máximo al momento de casarse. Además, el hecho de que el compromiso no haya surgido de una decisión consciente y deliberada, sino de un «dejarse llevar», puede incidir negativamente en la solidez de la unión.
Asimismo, se ha observado que las parejas que conviven antes del matrimonio suelen tener una división más tradicional de roles y tareas, lo cual puede generar desigualdad y conflictos a lo largo de la relación.
Factores personales y contextuales
Es importante señalar que, si bien la evidencia general apunta a mayores riesgos asociados a la convivencia prematrimonial, no todos los casos son iguales. Factores como la personalidad de los integrantes de la pareja, su historia personal, e incluso el contexto sociocultural en el que se desenvuelven, pueden incidir en los resultados.
Algunos investigadores sostienen que quienes eligen vivir juntos antes de casarse **podrían tener, desde un inicio, *un perfil de menor compromiso* y mayor inestabilidad emocional. En ese sentido, la convivencia sería más un reflejo de esas características que una causa de los problemas posteriores.
Asimismo, el efecto de la convivencia puede variar según el momento en que se lleve a cabo. Cuando esta ocurre después de haber tomado la decisión de casarse y de haber intercambiado anillos, el compromiso suele ser más sólido y los riesgos disminuyen.
Recomendaciones para parejas
Ante este panorama, ¿cuál sería la recomendación más apropiada para las parejas que se encuentran en esta encrucijada? Expertos en la materia sugieren algunas pautas a considerar:
- Reflexionar profundamente sobre sus motivaciones y el nivel de compromiso que tienen. La convivencia debe ser el resultado de una decisión consciente y no de un «dejarse llevar».
- Evaluar con cuidado las diferencias entre vivir juntos y estar casados, sin subestimar los cambios y desafíos que implica el matrimonio.
- Priorizar el amor y el compromiso por sobre otros factores como la conveniencia económica o la presión social.
- Considerar la posibilidad de vivir juntos después de haberse comprometido formalmente, para así fortalecer el vínculo.
- Buscar acompañamiento profesional (terapia de pareja, por ejemplo) para navegar esta transición de la mejor manera.
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