¿Dónde guardas el ketchup, en la nevera o en la despensa?
El ketchup es una salsa muy popular en muchos hogares, y a menudo nos encontramos con la pregunta de si debemos guardarlo en el frigorífico o en la despensa. Existen opiniones divididas al respecto, por lo que resulta interesante analizar cuál es la mejor forma de conservar esta deliciosa salsa.
¿Dónde guardar el ketchup?
Mientras que algunos lo guardan en el frigorífico, otros optan por guardarlo en la despensa de la cocina. Pero, ¿qué ocurre realmente si no se refrigera el ketchup? ¿Existe un riesgo de que se estropee y nos haga enfermar?
El ketchup antes de ser abierto
Antes de ser abierto, el ketchup no necesita ser refrigerado. De hecho, en los supermercados se almacenan a temperatura ambiente. Esto se debe a que el ketchup no se oxida mientras la botella permanezca cerrada. Esta es también la razón por la cual los sobres se mantienen en las mesas de los restaurantes durante todo el día.
El ketchup después de ser abierto
Una vez que la botella de ketchup ha sido abierta, es recomendable refrigerarla. Esto se debe a que los ingredientes como el tomate concentrado, el azúcar, el vinagre, el agua y las especias, pueden separarse y alterar la textura y el sabor de la salsa. Incluso la reconocida marca Heinz ha tomado partido en este debate, afirmando que el ketchup debe guardarse en el frigorífico después de su uso.
¿Es peligroso no refrigerar el ketchup?
En realidad, puede permanecer a temperatura ambiente durante aproximadamente 30 días sin riesgo alguno. Después de ese plazo, existe la posibilidad de que se desarrollen microorganismos perjudiciales para la salud. Por lo tanto, si consumimos ketchup con frecuencia y lo utilizamos en un período inferior a un mes, no hay ningún riesgo en guardarlo en la despensa de la cocina. Sin embargo, si tardamos más de un mes en consumirlo, es recomendable refrigerarlo para garantizar su calidad y seguridad.
Otros condimentos que deben ser refrigerados
Además del ketchup, existen otros condimentos que deben ser refrigerados después de ser abiertos. Por ejemplo, todas las salsas como la salsa bearnesa, la salsa de pimienta o la salsa cocktail, incluso si se compran en una sección no refrigerada del supermercado, deben ser refrigeradas después de su apertura, incluso si contienen conservantes.
La mostaza también debe ser refrigerada para preservar su sabor y color. Lo mismo ocurre con ciertos tipos de aceites, como el de nuez o el de sésamo, que pueden volverse rancios a temperatura ambiente, especialmente durante los días de mucho calor en verano.
En cambio, la miel y las cremas untables no necesitan ser refrigeradas. De hecho, el frío puede hacer que se endurezcan y cristalicen. Es mejor almacenar estos productos en el armario de la cocina, en un lugar fresco y oscuro.