En este país las personas mayores de 68 años tienen prohibido conducir
Mientras que la independencia que otorga un automóvil es invaluable, las capacidades físicas y mentales que disminuyen con la edad pueden suponer un riesgo, tanto para el conductor como para otros en la vía pública.

En muchos países, la seguridad vial es prioritaria. Por esa razón, los datos estadísticos demuestran que los conductores mayores de 70 años corren más riesgo de tener accidentes por cada kilómetro recorrido. Este riesgo aumenta significativamente después de los 80 años y las causas principales incluyen la disminución de reflejos, problemas de visión, coordinación reducida y desafíos cognitivos. Además, los medicamentos de uso común en personas mayores pueden tener efectos secundarios, como somnolencia o reducción en el tiempo de reacción.
Por ejemplo, en algunos estados de EE.UU., como Illinois, los conductores mayores de 75 años deben someterse a exámenes prácticos y de visión para renovar su licencia. Estas pruebas buscan garantizar que los conductores tengan las habilidades necesarias para manejar de forma segura. Aunque estas medidas tienen como objetivo reducir accidentes, muchos cuestionan si estas políticas limitan innecesariamente la autonomía de los mayores.
Perspectiva de la independencia vs. seguridad
Para muchas personas mayores, dejar de conducir puede significar perder conexiones sociales, acceso a servicios médicos o la capacidad de realizar actividades diarias. La limitación a la conducción puede generar aislamiento social, que a su vez afecta la salud mental y emocional.
Sin embargo, ¿dónde se traza la línea cuando la seguridad de otros está en juego? Aunque no todas las personas mayores presentan las mismas capacidades físicas o mentales, garantizar que los vehículos no sean operados por conductores con riesgos potenciales es esencial para evitar tragedias.
Por esa razón, organizaciones como la American Automobile Association (AAA) proponen que, más allá de la edad, se evalúe cada caso individualmente, centrándose en factores de salud física y cognitiva, así como en la capacidad para manejar en condiciones complejas como tráfico denso o intersecciones concurridas.

Países que han implementado restricciones claras
En Japón, los automovilistas mayores de 75 años deben someterse a evaluaciones periódicas que incluyen pruebas cognitivas y prácticas. Si no las aprueban, sus licencias pueden ser revocadas. Un enfoque similar se ve en algunos países europeos, aunque las edades exactas y los requisitos varían.
En otros casos, como en los Emiratos Árabes Unidos, ciertas categorías de licencias simplemente no se renuevan para personas mayores de 68 años. Estas políticas buscan minimizar accidentes graves, sobre todo en áreas urbanas con tráfico caótico.
Países como España no imponen una edad límite específica, pero sí exigen exámenes médicos rigurosos a partir de los 65 años para renovar la licencia de conducir, lo que busca equilibrar la seguridad pública con los derechos individuales.
Alternativas para el transporte de adultos mayores
La prohibición de conducir después de cierta edad plantea una pregunta crucial: ¿cuáles son las alternativas para los adultos mayores? Existen numerosas soluciones, aunque no todas son implementadas de igual manera en los distintos países:
- Transporte público accesible: mejorar el acceso al transporte público, asegurando que sea seguro, asequible y cómodo para personas mayores.
- Servicios de transporte compartido: plataformas como Uber o taxis convencionales pueden ser una opción viable, aunque su costo puede convertirse en una barrera.
- Adaptación tecnológica: en el futuro, vehículos autónomos podrían proporcionar una solución ideal para los adultos mayores, eliminando la necesidad de operar manualmente un automóvil.
Estas opciones destacan la necesidad de políticas públicas inclusivas que no solo se centren en el cese de la conducción, sino también en facilitar la movilidad de las personas mayores.
En conclusión, no se trata solo de edad, sino de capacidad. Si bien la seguridad pública debe primar, cualquier medida que limite el derecho a conducir debe acompañarse de alternativas funcionales para garantizar la movilidad.