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Estilo de vida

Esta es la explicación científica de por qué algunas personas no pueden dormir sin una manta

Dormir con una manta no es sólo una cuestión de comodidad, sino que tiene tanto una base científica como psicológica. Algo tan simple como cubrirte ayuda a regular tu temperatura corporal y crea un ambiente de calma que favorece el sueño. Además, la sensación de estar protegido conecta con recuerdos de seguridad de la infancia, disminuyendo el estrés y promoviendo la relajación.

La relación entre la temperatura corporal y el sueño

¿Sabías que la temperatura corporal y el sueño están estrechamente conectados? Nuestro cuerpo tiene un sistema natural que ajusta su temperatura para facilitar el descanso. Las mantas, más allá de ser un accesorio cómodo, juegan un papel clave en este equilibrio térmico, creando condiciones ideales para dormir profundamente y sin interrupciones.

Efecto de la manta en la regulación térmica

Cuando te cubres con una manta, no solo sientes calor y confort: estás activando un mecanismo de protección térmica esencial. Por ejemplo, una manta actúa como un aislante eficaz que ayuda a prevenir la pérdida de calor corporal. Al igual que un abrigo protege del frío en invierno, una manta crea un microclima alrededor de tu cuerpo que retiene la temperatura ideal para el sueño.

Este microclima estable evita que los cambios de temperatura ambiental afecten tu descanso. Tu cuerpo está diseñado para mantener una ligera disminución de la temperatura interna mientras duermes, pero necesitará una ayuda extra si la temperatura del ambiente cae demasiado. Sin esta regulación térmica, puedes despertarte en mitad de la noche porque tienes frío, interrumpiendo así el ciclo de sueño.

Además, las investigaciones han demostrado que dormir en un entorno ligeramente fresco, de unos 18 a 21°C, es óptimo para descansar. Sin embargo, incluso si tu habitación está en esta franja, la sensación de calidez reconfortante que una manta proporciona mejora la relajación, enviando señales positivas al cerebro para facilitar el sueño.

Aspectos psicológicos del uso de mantas

Dormir bajo una manta no es solo una cuestión térmica, sino que también impacta profundamente en nuestra psicología. Más allá del confort físico, las mantas conectan con emociones y recuerdos que nos aportan bienestar y seguridad. Exploraremos cómo este sencillo hábito está ligado a aspectos emocionales y psicológicos que influyen en nuestro descanso.

El efecto del recuerdo infantil

El acto de cubrirnos para dormir está profundamente vinculado a nuestras experiencias de infancia. ¿Recuerdas cómo de niño te sentías abrigado y seguro bajo las mantas o incluso envuelto en los brazos de tus padres? Esa sensación aún vive en nuestro subconsciente. La manta actúa como un catalizador emocional, evocando un tiempo donde todo parecía más seguro y protegido.

Este fenómeno psicológico tiene una base en las experiencias tempranas de contacto y protección. Durante nuestra infancia, ser envueltos nos hacía sentir protegidos de cualquier peligro externo. Así, el simple acto de cubrirnos en la adultez puede recrear esa sensación de refugio, calmando nuestra mente y favoreciendo un descanso más profundo.

La importancia del confort emocional

¿Por qué tendemos a buscar cobijo incluso en noches calurosas? La razón no siempre es física, sino emocional. Las mantas generan una sensación de calma y tranquilidad, factores clave para liberar el estrés acumulado durante el día.

Cuando te cubres, se activa una respuesta neurológica que estimula la producción de serotonina, una hormona que nos hace sentir felices y relajados. Además, esta sensación de estar «contenido» puede reducir cuadros de ansiedad, dejando de lado las preocupaciones y fomentando un sueño sereno. Es como envolver tu cuerpo en un abrazo invisible, que no solo calma tus músculos, sino también tu mente.

Las mantas, ya sean ligeras o ponderadas, nos recuerdan que a veces, la solución más sencilla es también la más efectiva. Nos desconectan de la velocidad de la rutina diaria y nos invitan a centrarnos en algo tan simple e importante como descansar.

Beneficios de las mantas con peso

Las mantas con peso no son solo una tendencia moderna, sino una herramienta respaldada por la ciencia que puede transformar la calidad de tu sueño y bienestar mental. Al aplicar una presión suave y constante sobre el cuerpo, estas mantas recrean una sensación de calma similar a un abrazo protector, ofreciendo múltiples beneficios para quienes buscan relajarse y descansar mejor.

Efectos neuroquímicos de las mantas pesadas

El impacto de las mantas con peso tiene mucho que ver con su capacidad para influir en nuestro sistema nervioso. Al envolvernos, estimulan lo que se conoce como «presión profunda». Este tipo de estímulo no solo es agradable, sino también profundamente terapéutico. ¿Cómo lo logra? A través de la activación de hormonas clave.

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Al cubrir tu cuerpo con una manta pesada, se estimulan la producción de serotonina y melatonina, dos moléculas clave para el sueño y la relajación. La serotonina, conocida como la «hormona del bienestar», trabaja para calmar el sistema nervioso y reducir el estrés. Por otro lado, la melatonina, responsable de regular nuestro ciclo de sueño, se incrementa naturalmente con el uso de estas mantas. Estas dos hormonas trabajan juntas para inducir un estado de calma mientras preparan al cuerpo para un descanso reparador.

Además, estas mantas ayudan a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esto es particularmente beneficioso si has tenido un día agotador o si sufres de ansiedad. Con menos cortisol circulando por tu cuerpo, es más fácil conciliar el sueño y mantenerlo durante toda la noche.

Foto Freepik

Resultados de estudios científicos

La ciencia también respalda los beneficios de las mantas pesadas. Diversos estudios han encontrado que quienes las utilizan reportan una mejora significativa en la calidad del sueño, pero eso no es todo. Por ejemplo, investigaciones publicadas en revistas especializadas destacan que estas mantas reducen los síntomas de ansiedad y estrés en personas con insomnio o trastornos del sueño.

Según estudios recientes, las mantas pesadas pueden incrementar la producción de melatonina hasta en un 30%. Esto tiene un efecto directo en la duración y profundidad del sueño, lo que las hace ideales para quienes frecuentemente se sienten fatigados al despertar. En personas con trastornos como el TDAH o el autismo, su uso ha demostrado ser útil para inducir un estado de calma que facilita tanto el descanso como la concentración durante el día siguiente.

Estos hallazgos también indican que el peso adicional de estas mantas puede imitar la sensación de un abrazo profundo, lo que brinda un consuelo emocional. Es una forma de «auto-cuidado» que no requiere esfuerzo adicional. Cada vez más expertos recomiendan su uso para personas que luchan con altos niveles de estrés diario, demostrado por cómo estas mantas calman tanto el cuerpo como la mente.

Consejos para elegir la manta adecuada

Elegir la manta perfecta puede parecer algo trivial, pero tiene un impacto significativo en la calidad de tu sueño y bienestar general. Para tomar una decisión adecuada, es vital tener en cuenta tanto el material como las necesidades específicas de cada persona. En esta sección exploraremos qué buscar al elegir una manta y cómo complementar su uso con técnicas de relajación.

Materiales y grosores recomendados

Cada estación del año y cada preferencia personal demanda un tipo diferente de manta. Los materiales y grosores son los aspectos más importantes a considerar para tener noches cómodas y reparadoras.

  • Para climas cálidos, opta por mantas de algodón 100% o fibras naturales que permitan la ventilación y absorban la humedad. Son ligeras y frescas, ideales para evitar la acumulación de calor.
  • En épocas de frío intenso, los materiales como la lana o el terciopelo ofrecen mejor aislamiento térmico, manteniendo el cuerpo cálido sin necesidad de aumentar la temperatura ambiental. La manta de coralina, por ejemplo, es suave y perfecta para la comodidad en invierno.
  • Si buscas versatilidad, las mantas de microfibra se destacan por ser livianas, fáciles de lavar y adecuadas para todas las estaciones. Además, su textura es muy agradable al tacto.

Recuerda también elegir un grosor y peso adecuado. Una manta más gruesa puede ser abrumadora si hace calor, pero reconfortante en climas fríos. Todo depende de las necesidades personales y de las condiciones climáticas de tu región.

Técnicas de relajación junto a la manta

La manta no solo actúa como regulador térmico, también puede ser una herramienta para alcanzar un estado de calma y relajación total. Combinar su uso con ciertas prácticas amplifica sus beneficios para la mente y el cuerpo.

Meditación guiada: utiliza tu manta para crear un ambiente acogedor mientras meditas. Dobla la manta y siéntate sobre ella para mantener la postura correcta. Si prefieres acostarte, cúbrete y enfócate en tu respiración mientras visualizas un lugar tranquilo.

Yoga restaurativo: las mantas son esenciales en esta práctica para apoyar el cuerpo y liberar tensiones. Por ejemplo, en la postura de savasana, colocar una manta ligera sobre el abdomen añade una sensación de peso calmante, ideal para relajar completamente los músculos.

Técnica de respiración profunda: mientras te cubres con una manta, practica la respiración consciente. Inhala profundamente por la nariz, sostén el aire unos segundos y exhala lentamente. Esto no solo reduce la ansiedad, sino que también refuerza la sensación de protección.

Abrazo terapéutico: si tienes una manta con peso, úsala para simular la presión de un abrazo. Esto ayuda a disminuir el estrés y mejora la calidad del sueño al activar la liberación de serotonina.

La combinación de una buena manta con estas técnicas puede marcar la diferencia entre una noche normal y una experiencia verdaderamente reparadora. Asegúrate de adaptar cada práctica a tus propias necesidades y disfruta del confort que solo una manta bien elegida puede ofrecer.

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Dany Levito

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