Esta es la razón por la que siempre queremos rascarnos cuando nos pica la piel
Cuando sentimos una picazón en la piel, es casi imposible resistirnos a rascarnos. Aunque sabemos que hacerlo a menudo puede empeorar la situación, la sensación inmediata de alivio nos hace sucumbir. ¿Por qué sucede esto? La ciencia ha investigado este comportamiento y ofrece explicaciones fascinantes.

¿Por qué se siente tan bien rascarse?
La picazón, conocida en términos médicos como prurito, es una respuesta del sistema nervioso a estímulos externos o internos. Puede desencadenarse por múltiples factores como picaduras de insectos, alergias, resequedad de la piel o incluso condiciones sistémicas. Pero, ¿por qué tenemos esta necesidad incontrolable de rascarnos?
La respuesta radica en una compleja interacción entre las fibras nerviosas, el cerebro y sustancias químicas como la histamina y la serotonina. Cuando nos rascamos, se produce una ligera sensación de dolor que neutraliza temporalmente la sensación de picazón. Este dolor activa la liberación de serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”. La serotonina genera una sensación de bienestar que da la impresión de que hemos resuelto el problema, aunque solo sea por un momento.
¿Qué sucede en el cuerpo al rascarse?
Aunque rascarse puede sentirse placentero al principio, a menudo crea un ciclo problemático: rascarnos puede aumentar la inflamación y dañar la piel, lo que puede empeorar la picazón. Este ciclo conocido como el círculo vicioso del prurito-rascado es particularmente perjudicial en personas con afecciones como dermatitis atópica o psoriasis.
Cuando nos rascamos, las terminaciones nerviosas en la piel activan células inmunitarias como los mastocitos. Estas células liberan sustancias químicas como la histamina, la cual intensifica la picazón. En casos más crónicos, este comportamiento puede llevar a daño cutáneo, infecciones bacterianas y cicatrices a largo plazo.
Al mismo tiempo, investigaciones han mostrado que el acto de rascarse reduce la presencia de ciertas bacterias dañinas como el Staphylococcus aureus. Sin embargo, este supuesto beneficio no justifica el daño adicional causado por el rascado constante.
¿Cómo afecta el cerebro este comportamiento?
El cerebro juega un papel crucial en nuestra percepción de la picazón y el deseo de rascarse. En términos simples, rascarse “engaña” al cerebro distrayéndolo temporalmente del estímulo original. Esto sucede porque el dolor leve asociado con el rascado bloquea las señales de picazón que viajan hacia el cerebro, proporcionando un respiro momentáneo.
Sin embargo, este alivio es de corta duración. La misma acción de rascarse puede enviar señales adicionales al cerebro, intensificando la picazón en lo que parece un torbellino incontrolable. Además, estudios han demostrado que simplemente ver a otra persona rascándose puede provocar picazón en nosotros, un indicador poderoso de cómo funciona nuestro cerebro en relación con estímulos psicológicos y físicos.

¿Qué alternativas existen para aliviar la picazón?
Dado que rascarse no es la solución ideal, ¿qué podemos hacer para aliviar el prurito? Expertos recomiendan varias estrategias efectivas:
Hidratación: mantener la piel bien hidratada reduce la resequedad, una de las causas principales de la picazón.
Aplicaciones frías: compresas frías o lociones refrescantes pueden proporcionar alivio inmediato sin dañar la piel.
Evitar desencadenantes: identificar y evitar factores como tejidos irritantes, productos químicos o alimentos alérgenos puede ser clave para prevenir episodios de picazón.
Tratamientos tópicos: cremas con ingredientes como la calamina o corticosteroides pueden ayudar a reducir la inflamación y el prurito.
Intervenciones médicas: para casos más graves, es crucial consultar a un dermatólogo, quien podrá recomendar tratamientos específicos o medicamentos sistémicos.
Además, manejar el estrés es esencial, ya que este puede agravar los síntomas de picazón. Técnicas como la meditación o el yoga pueden tener un impacto positivo en quienes sufren de picazón persistente.
¿Qué dice la ciencia sobre el futuro del tratamiento?
Los investigadores siguen trabajando en formas innovadoras de interrumpir el ciclo prurito-rascado. Por ejemplo, algunos estudios buscan bloquear vías nerviosas específicas que generan la sensación de picazón sin desencadenar el impulso de rascarse. Esto podría implicar el desarrollo de moléculas que actúen como “desconectores” o tratamientos tópicos dirigidos.
Otros estudios investigan maneras de limitar la activación de células como los mastocitos, claves en las respuestas alérgicas, o reducir la liberación de histamina, que es un desencadenante común de la picazón. Estas estrategias podrían ofrecer alivio más duradero y efectivo para quienes sufren enfermedades como el eczema o la urticaria.
Además, el vínculo entre el cerebro y la piel está recibiendo más atención. Investigadores analizan el eje cerebro-piel, una conexión importante que podría transformar la manera en que se tratan afecciones inflamatorias. Por ejemplo, el estrés crónico y otros factores emocionales pueden empeorar las condiciones de la piel, por lo que tratamientos que aborden este vínculo podrían no solo aliviar los síntomas, sino también mejorar la calidad de vida de los pacientes.