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Salud

Estas señales poco conocidas podrían revelar mucho más que un simple olvido

En algún momento, a todos nos ha pasado olvidar dónde dejamos las llaves o qué íbamos a decir justo antes de hablar. Aunque estos lapsos pueden parecer normales, existen ciertos indicadores que podrían estar revelando problemas más serios. La falta de atención o el estrés suelen ser razones comunes detrás de estos olvidos, pero hay ocasiones en que el problema radica más allá de las distracciones cotidianas.

La diferencia entre olvidos habituales y señales de alerta

Olvidar el lugar donde se estacionó el auto o el nombre de alguien recién conocido puede ser común. Sin embargo, olvidar cómo se llegó a un determinado lugar o no recordar una conversación pocos minutos después de tenerla podría ser motivo de preocupación. Los expertos señalan que estos hechos pueden apuntar a un deterioro cognitivo leve o incluso al inicio de condiciones más severas, como la demencia.

Si alguien repite historias constantemente o muestra dificultad para aprender nuevas tareas simples, esto puede ser una bandera roja. Lo mismo ocurre si hay problemas para manejar actividades de la vida diaria, como calcular las cuentas básicas o seguir instrucciones que antes resultaban sencillas.

¿Qué sucede en el cerebro durante estos olvidos?

En el caso de olvidos por estrés o cansancio, las conexiones neuronales simplemente no logran reforzar lo suficiente la información nueva. Sin embargo, cuando hay una pérdida persistente de memoria, es posible que ciertos procesos cerebrales estén fallando. Esto está asociado con el hipocampo, la región del cerebro que juega un papel clave en el almacenamiento y recuperación de recuerdos.

Además, algunos factores médicos, como la hipertensión, diabetes mal controlada o incluso la pérdida auditiva, pueden empeorar la memoria. Aunque no siempre estén relacionados directamente con la pérdida cognitiva, sí interfieren con la capacidad de atención y procesamiento de información.

Pequeños errores cotidianos que no debes ignorar

No todas las señales son obvias. Algunas parecen tan insignificantes que es fácil ignorarlas. Por ejemplo, confundir una salida en el camino habitual a casa o colocar objetos en lugares inapropiados, como las llaves en el refrigerador, podrían ser señales sutiles. Otro ejemplo es la incapacidad de recordar cómo jugar un juego que antes era sencillo. Aunque estas situaciones pueden parecer anecdóticas, si ocurren con frecuencia, es mejor prestarle atención.

Incluso los actos sociales pueden ser reveladores. Si alguien evita charlas o reuniones porque se siente incapaz de seguir el ritmo de las conversaciones, esto podría estar relacionado con una pérdida de confianza debido al olvido.

Foto Freepik

Los hábitos saludables que protegen la memoria

Afortunadamente, no todo está fuera de nuestro control. Mantener una alimentación equilibrada y rica en nutrientes, junto con el ejercicio regular, son algunas de las mejores formas de cuidar la memoria. La actividad física no solo contribuye a mantener el cuerpo sano, sino que también mejora la circulación sanguínea al cerebro, ayudando a preservar las funciones cognitivas.

Otro hábito clave es mantener la mente activa. Actividades como aprender un nuevo idioma, resolver crucigramas o incluso recordar actividades del día fortalecen las conexiones neuronales. Una cantidad adecuada de sueño también es esencial, ya que durante este tiempo el cerebro organiza y refuerza los recuerdos.

Finalmente, reducir el estrés es crucial, ya que altos niveles de cortisol (la hormona del estrés) afectan negativamente al hipocampo. Meditar, practicar yoga o simplemente salir a caminar pueden ser herramientas eficaces para mantener el equilibrio mental.

Cuándo buscar ayuda profesional

Es fácil ignorar ciertos cambios porque admitirse vulnerable puede ser difícil, pero reconocer a tiempo las señales puede transformar el panorama. Buscar ayuda profesional temprano no solo ayuda a identificar si los olvidos frecuentes son parte del envejecimiento normal, sino que también puede revelar condiciones tratables que impactan la memoria. Un especialista puede ofrecer una evaluación clara y proponer soluciones, adaptadas al caso particular, que quizás sean menos efectivas si se retrasa la consulta.

Involucrar a familiares o amigos cercanos en este proceso es clave, ya que a menudo ellos son quienes notan primero las modificaciones en el comportamiento o hábitos que uno mismo puede no percibir. Pueden aportar información valiosa al especialista y apoyar emocionalmente al afectado durante el camino. Reconocer y actuar ante estos síntomas temprano no solo abre más posibilidades de tratamiento, sino que también alivia muchas de las incertidumbres que vienen con la incertidumbre o el miedo a lo desconocido.

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Dany Levito

Daniela, una apasionada de la lectura y la tecnología, nació en una vibrante ciudad en América Latina. Desde muy temprana edad, mostró un gran interés por los libros y la curiosidad por explorar el mundo de la tecnología.

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