Estudio demuestra que los adolescentes duermen menos de 8 horas
No dormir trae grave consecuencias, sobre todo en una edad tan crucial como la adolescencia
¿Qué han dicho los datos?
El investigador se centró en determinar cuál era la relación entre el número de horas de sueño y el grado de salud de más de 1.200 adolescentes residentes en España. La edad media de los participantes para el estudio era de 12 años y los sujetos se dividían por igual entre hombres y mujeres. Sus jornadas de sueño se analizaron con un rastreador portátil y los investigadores dividieron a los adolescentes en tres grupos: aquellos que dormían menos de siete horas cada noche, los que dormían entre siete y ocho horas y los que dormían más de ocho horas. En cuanto a la probabilidad de padecer sobrepeso y obesidad, estas condiciones se identificaron realizando un análisis de la masa corporal y teniendo en cuenta diversas características como la presión arterial, el perímetro de la cintura y los niveles de glucosa presentes en la sangre.
¿Cuáles fueron los descubrimientos?
Con estas pruebas los investigadores descubrieron que, a los 12 años, solo el 34% de los sujetos analizados dormía al menos ocho horas por noche. A los 14 y 16 años, estos porcentajes se reducen al 23% y al 19% y se concluyó que los hombres dormían menos que las mujeres. Por otro lado, los investigadores también descubrieron que los chicos que dormían más mostraban una mejor calidad de sueño y se mantenían menos despiertos durante la noche.
¿Qué tipo de vínculos tienen el sobrepeso y la obesidad?
Lo más importante es que los investigadores llegaron a la conclusión de que el sobrepeso y la obesidad eran un 21% y un 72% más probables en los sujetos que dormían menos de siete horas por noche en edades de 12 y 14 años, respectivamente. Además, para los sujetos que dormían entre siete y ocho horas por noche, estos porcentajes aumentaban al 19% y al 29%. Para ambos casos, la comparación se hizo con niños que dormían más de ocho horas por noche.
Lo que recomiendan los expertos
La relación que se mantiene entre las malas jornadas de sueño y los efectos adversos para la salud también depende de la ingesta de energía y de los niveles de actividad física. Martínez Gómez explica: «Los programas de promoción de la salud en las escuelas deberían enfocarse en enseñar buenos hábitos de sueño y su importancia durante el desarrollo. Los padres pueden dar un buen ejemplo, acostándose bien y limitando el tiempo que pasan frente a la pantalla por las noches».