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Cocina, recetas y alimentos

¿La pizza al horno de leña es realmente cancerígena?

¿El delicioso sabor de una pizza al horno de leña podría esconder un riesgo para la salud?

En los últimos años, ha surgido una preocupación sobre si el uso de hornos de leña para cocinar pizza puede generar compuestos cancerígenos. Aunque este método tradicional es conocido por aportar ese toque único y artesanal, estudios recientes llaman la atención sobre el humo y las altas temperaturas, que podrían crear sustancias químicas dañinas. Sin embargo, cuando se trata de la auténtica pizza napolitana, las investigaciones sugieren que el riesgo es bajo si la cocción es breve. ¿Es realmente algo por lo que preocuparse o un mito? Aquí aclararemos tus dudas.

¿Qué es la acrilamida y por qué preocupa?

La acrilamida es un compuesto químico que se ha levantado como una preocupación en la seguridad alimentaria en los últimos años. Se forma de manera natural en ciertos alimentos cocinados a altas temperaturas, como frituras, horneados o tostados, y su relación con posibles riesgos de salud, especialmente el cáncer, ha generado debates en la comunidad científica y entre consumidores.

Definición de acrilamida

La acrilamida es un compuestro orgánico que se forma principalmente durante la reacción de Maillard: una interacción química entre los aminoácidos, como la asparagina, y los azúcares reductores cuando los alimentos son expuestos a temperaturas superiores a los 120°C. Este proceso no solo crea el color dorado y el aroma que asociamos con alimentos deliciosos como el pan tostado o las galletas, sino que también da lugar a la presencia de esta sustancia.

La acrilamida aparece de forma destacada en alimentos ricos en carbohidratos como:

  • Patatas fritas
  • Galletas
  • Cereales
  • Café

Cabe destacar que no es un aditivo; es un subproducto natural de la cocción. Sin embargo, su presencia varía en función de la temperatura, el tiempo de cocción y el alimento en cuestión, lo que hace que sea clave ajustar estas variables para reducir su formación.

Efectos de la acrilamida en el cuerpo humano

¿Por qué es preocupante este compuesto? Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la acrilamida es un posible carcinógeno en humanos. Una vez ingerida, se convierte en glicidamida, una sustancia que puede causar mutaciones en el ADN, aumentando el riesgo de cáncer. Estudios con animales han demostrado su capacidad para inducir mutaciones genéticas y otros problemas de salud como neurotoxicidad.

Además de los efectos genotóxicos, se ha relacionado con daños en el sistema nervioso en exposiciones de alta intensidad. Aunque todavía se requieren más estudios en humanos, las entidades de salud internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), han catalogado la acrilamida como un riesgo potencial para la salud, lo que no deja lugar a dudas sobre la importancia de limitar su exposición.

Relevancia de la acrilamida en la pizza

Ahora bien, ¿qué papel juega la acrilamida en la pizza, especialmente en la cocida en hornos de leña? El contexto cambia un poco cuando hablamos de este alimento tan querido. En el caso de la pizza, su formación está vinculada al calor extremo y prolongado en la base y los bordes de la masa, donde se manifiestan esas manchas negras o quemadas tan características en las pizzas horneadas al estilo tradicional.

Cuando la pizza está expuesta a altas temperaturas, como las que alcanzan los hornos de leña (350–400°C), el riesgo de formación de acrilamida aumenta en las partes doradas u oscurecidas de la masa. Sin embargo, podría estar menos presente si los tiempos de cocción son breves, como ocurre en las auténticas pizzas napolitanas, donde apenas se cuecen durante dos minutos.

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Si bien el riesgo existe, no se trata de alarmarse, sino de prestar atención a los hábitos de cocción. Optar por tiempos de cocción controlados y evitar los bordes quemados puede ayudar a reducir la exposición a este compuesto sin renunciar a disfrutar de una buena pizza.

El papel del horno de leña en la formación de compuestos dañinos

Los hornos de leña no solo son conocidos por dar a las pizzas ese característico sabor ahumado y textura ideal, sino que también generan un ambiente de cocción único. Sin embargo, este método puede llevar a la formación de ciertos compuestos químicos dañinos si no se controla adecuadamente el tiempo y la temperatura. A continuación, analizamos dos aspectos clave que influyen en este fenómeno.

Temperatura y tiempo de cocción

En un horno de leña, las temperaturas pueden alcanzar hasta 480°C o más, una cifra significativamente más alta que los hornos eléctricos convencionales. Aunque estas altas temperaturas son ideales para lograr una masa crujiente y un queso perfectamente fundido en minutos, también pueden propiciar la formación de acrilamida. Este compuesto se genera principalmente en alimentos ricos en carbohidratos, como la masa de pizza, cuando se exponen a temperaturas superiores a 120°C.

La formación de acrilamida en la pizza ocurre especialmente en esas áreas doradas u oscurecidas, como los bordes o las manchas de «leopardo» en la base. A mayor temperatura y tiempo de cocción, mayor es el riesgo de que estas zonas quemadas contengan concentraciones más altas de compuestos dañinos. Por eso, las auténticas pizzas napolitanas, que solo necesitan alrededor de 90 segundos a 2 minutos para cocerse, presentan un menor riesgo en comparación con las pizzas que requieren más tiempo en hornos a menor temperatura.

Controlar la duración de la cocción y evitar quemar la base de la pizza podría ser clave para reducir esta amenaza. ¿La solución? Mantener un equilibrio: altas temperaturas, pero tiempos muy breves en el horno.

Otros compuestos peligrosos: hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAH) y aminas heterocíclicas

Además de la acrilamida, el uso de hornos de leña puede generar hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAH) y aminas heterocíclicas durante la cocción. Estos compuestos son producto de la combustión incompleta de la leña y suelen adherirse a alimentos expuestos directamente al humo o a superficies con restos quemados.

Los PAH, como el benceno o el naftaleno, se forman a partir del material orgánico que arde en el horno. Si el humo no se ventila adecuadamente o entra en contacto directo con la comida, es más probable que estos químicos se depositen en la superficie de la pizza. Por otro lado, las aminas heterocíclicas aparecen al someter proteínas a temperaturas extremadamente altas, aunque afectan más comúnmente a carnes que a masas.

Estos compuestos tienen una relación directa con efectos potencialmente cancerígenos, ya que interactúan con el ADN humano, generando mutaciones. Aunque los riesgos pueden parecer alarmantes, la buena noticia es que el diseño tradicional de los hornos de leña napolitanos, con bases abiertas y buena circulación de aire, ayuda a minimizar el contacto constante del humo con los alimentos.

Evitar cocinar alimentos de más hasta alcanzar un aspecto ennegrecido o carbonizado y asegurarse de que la leña esté completamente seca antes de usarla pueden ser medidas prácticas para reducir la formación de estos elementos peligrosos.

Si bien cocinar en hornos de leña tiene su encanto, es importante balancear los beneficios con un enfoque de seguridad y responsabilidad en la preparación de los alimentos.

Estudios recientes sobre acrilamida y pizza al horno de leña

La preocupación por la acrilamida y su posible impacto en la salud ha llevado a varios estudios enfocados en los alimentos populares como la pizza. En particular, la cocción en hornos de leña ha sido objeto de análisis debido a las altas temperaturas que alcanzan y su efecto en la formación de este compuesto químico. A continuación, exploramos los resultados y limitaciones de las investigaciones más recientes.

Resultados y conclusiones del estudio

Un estudio presentado en Florencia en colaboración con pizzaiolos expertos y la Universidad de Nápoles arrojó datos interesantes sobre las pizzas napolitanas cocidas en hornos de leña. Según los investigadores, el nivel de acrilamida en las auténticas pizzas napolitanas resulta ser bajo debido a su tiempo de cocción reducido, que es de aproximadamente 90 segundos a temperaturas extremadamente altas (entre 400°C y 480°C).

Un hallazgo clave del estudio reveló que las áreas quemadas, como los bordes ennegrecidos conocidos como puntos de «leopardo», representan menos del 3% del peso total de la pizza. Por lo tanto, su contribución al contenido total de acrilamida es mínima. Estos resultados contradicen preocupaciones anteriores sobre los riesgos relacionados con la acrilamida en alimentos cocinados a altas temperaturas, como las pizzas.

Además, se observó que la formación de acrilamida depende en gran medida de factores como:

  • La cantidad de carbohidratos en la masa.
  • La exposición prolongada al calor.
  • Las condiciones específicas de la cocción (temperatura y tiempo).

En el caso de las pizzas napolitanas, las altas temperaturas se combinan con tiempos de cocción muy rápidos, limitando considerablemente la generación de acrilamida en comparación con otros métodos de cocción como horneados prolongados o frituras.

Limitaciones de los estudios

Aunque estos resultados son prometedores, es importante señalar que no todos los estudios son definitivos y existen limitaciones significativas en la investigación actual. Entre las más destacadas se encuentran las siguientes:

  • Dependencia de modelos animales: Muchos estudios sobre acrilamida se han basado en experimentos en animales, lo que complica trasladar los resultados de manera precisa a los humanos. La sensibilidad a los carcinógenos puede variar significativamente entre especies, lo que genera cierta incertidumbre sobre los riesgos reales en personas.
  • Escenarios específicos de cocción: Los estudios a menudo evalúan condiciones controladas que no siempre reflejan la diversidad de técnicas en la preparación de pizzas. Por ejemplo, los tiempos exactos de cocción, las características del horno y la composición de la masa pueden influir ampliamente en los niveles finales de acrilamida.
  • Falta de análisis exhaustivo en diferentes estilos de pizza: Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones se han enfocado en estilos específicos, como la pizza napolitana. Sin embargo, otros tipos de pizzas que requieren tiempos más largos de cocción o se preparan con masas diferentes podrían presentar mayores niveles de acrilamida y no han sido estudiados con el mismo detalle.

Existen aún muchos aspectos que necesitan más claridad antes de emitir conclusiones definitivas. Por ejemplo, ¿qué pasa con las pizzas con ingredientes distintos a la masa tradicional napolitana? Estos factores deben ser evaluados en futuras investigaciones para brindar una visión más completa y precisa.

Cómo reducir el riesgo al consumir pizza al horno de leña

La pizza al horno de leña tiene un sabor inigualable, pero su método de cocción puede aumentar la formación de compuestos como la acrilamida, especialmente en las zonas quemadas. Para disfrutar de esta delicia sin riesgos, hay ciertas prácticas que podemos incorporar y alternativas a considerar.

Evitar el quemado de la corteza

Esas manchas negras en los bordes de la pizza, conocidas como puntos de «leopardo», son comunes en pizzas cocidas en hornos de leña. Sin embargo, estas zonas pueden contener niveles más altos de acrilamida. ¿Cómo reducir su formación?

  • Controla la temperatura del horno: Asegúrate de que el horno no supere los 400°C. Aunque las pizzas tradicionales, como las napolitanas, requieren temperaturas altas, un control adecuado puede evitar que los bordes se quemen.
  • Reduce el tiempo de cocción: Mientras más rápido se cocine la pizza, menor será la formación de acrilamida. Idealmente, no debería pasar más de 2 minutos en un horno de leña bien caliente.
  • Cuida la masa: Opta por masas con menos azúcar añadido, ya que los azúcares tienden a caramelizarse y quemarse con mayor facilidad, aumentando el riesgo.
  • Evita el exceso de leña: Usar más leña de la necesaria puede generar temperaturas extremas y humo adicional, ambos factores que contribuyen a la formación de compuestos dañinos.

El objetivo no es renunciar al encanto de la pizza al horno de leña, sino prepararla con pequeños ajustes para cuidar nuestra salud.

Opciones alternativas de cocción

Si el horno de leña no es la única opción, existen métodos modernos que pueden ofrecer resultados comparables sin los riesgos asociados:

  • Hornos eléctricos modernos: Los hornos eléctricos, especialmente aquellos con función de convección, pueden alcanzar temperaturas altas y uniformes. Esto permite obtener una masa crujiente sin exponerla al humo ni a temperaturas extremas por tiempo prolongado.
  • Piedras para pizza: Usar una piedra para pizza en un horno convencional puede replicar parte de las características del horno de leña. Ayuda a distribuir el calor de manera uniforme y evita el sobrecalentamiento directo en la base.
  • Hornos combinados: Algunos equipos integran funciones de vapor y convección, permitiendo cocer pizzas a altas temperaturas mientras se controla la humedad. Esto puede reducir la formación de compuestos como la acrilamida.

Optar por alternativas no significa dejar de disfrutar de la pizza. Es cuestión de adaptarse y buscar métodos más seguros que conserven el sabor y la textura que tanto amamos. ¿Por qué no experimentar con estas opciones y sorprenderte con los resultados?

La importancia de una dieta equilibrada

Mantener una dieta equilibrada no es solo una tendencia; es una necesidad para el bienestar físico y mental. Comer de forma balanceada no significa seguir reglas estrictas o privarse del placer de ciertos alimentos, se trata más bien de encontrar un equilibrio que satisfaga las necesidades nutricionales del cuerpo mientras se disfruta de la comida. Pero, ¿qué hace que una dieta equilibrada sea tan esencial en nuestra vida diaria? Vamos a analizarlo.

¿Qué es una dieta equilibrada?

Una dieta equilibrada es aquella que aporta a nuestro cuerpo todos los nutrientes esenciales: proteínas, carbohidratos, grasas saludables, vitaminas y minerales, en proporciones adecuadas. No hay alimentos «prohibidos» ni necesidades universales. Todo depende del metabolismo, nivel de actividad y las particularidades de cada persona.

Por ejemplo, las frutas y verduras deben formar la base, ya que son ricas en vitaminas, antioxidantes y fibra. Los carbohidratos complejos como el arroz integral y los cereales son el motor energético para las actividades diarias. Además, una porción de grasas saludables provenientes del aguacate o frutos secos ayuda a mantener un buen funcionamiento celular.

Beneficios clave para el cuerpo

¿Qué ganamos con comer bien? Mucho más de lo que imaginamos:

  • Más energía: Un suministro constante de nutrientes permite que te sientas activo. No se trata de evitar carbos, sino de elegir los correctos.
  • Prevención de enfermedades: Comer alimentos variados reduce el riesgo de diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares, entre otros.
  • Sistema inmunológico fuerte: Vitaminas como la C y el zinc (en frutas, verduras y frutos secos) ayudan a defendernos de enfermedades comunes.
  • Mejor salud mental: Comer bien también se refleja en el cerebro. Alimentos como el pescado rico en omega-3 promueven una buena salud emocional.

Cómo aplicar una alimentación equilibrada

No tienes que complicarte para comer de manera saludable. Aquí unos consejos:

Incluye variedad: Ningún alimento lo tiene todo. Alternar entre pescados, carnes, legumbres y verduras asegura un aporte completo.

Porciones moderadas: ¿Realmente necesitas ese segundo plato? Comer lento te permitirá sentir cuándo estás saciado.

Reduce los ultraprocesados: Aunque son comunes y prácticos, están llenos de grasas malas, azúcares añadidos y conservantes.

Bebe agua: Muchas veces, la sed se confunde con hambre. Mantenerte hidratado es clave para un buen rendimiento físico y mental.

Establecer una dieta equilibrada no solo es una forma de cuidar de tu cuerpo, sino un acto de amor propio. ¡Hazlo sencillo y sostenible!

Disfrutar de una pizza al horno de leña no tiene por qué ser motivo de preocupación si tomamos en cuenta factores como la temperatura, el tiempo de cocción y las prácticas adecuadas. Aunque ciertos compuestos como la acrilamida y los PAH pueden formarse en ciertas condiciones, los estudios sugieren que el riesgo es bajo en pizzas bien preparadas, como las napolitanas, gracias a su corto tiempo de cocción.

El encanto único que aporta este método tradicional puede mantenerse con medidas simples, como evitar bordes quemados y usar leña correctamente seca. Se trata de hallar un balance entre tradición y cuidado de la salud, sin caer en alarmismos ni perder el placer de los sabores auténticos.

Cocinar con conciencia nos permite disfrutar de nuestras comidas favoritas mientras cuidamos nuestro cuerpo. ¿Qué práctica implementarías en tu próxima pizza?

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Lidia Baldomero

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