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Estilo de vida

Las madres con alta inteligencia emocional suelen utilizar estas frases

Las madres con alta inteligencia emocional marcan una diferencia en la vida de sus hijos y en su propio bienestar. No se trata solo de saber controlar un enfado o mostrarse comprensivas en momentos difíciles. Lo fundamental radica en el uso de ciertas frases que, aunque parecen simples, tienen un impacto duradero en la autoestima y el desarrollo emocional de quienes las escuchan.

Cuidar el lenguaje es cuidar a los hijos. No basta con enseñar valores o corregir comportamientos, las palabras dejan huella y pueden convertirse en una brújula emocional para toda la vida. Las madres que priorizan la inteligencia emocional eligen cuidadosamente sus frases, logrando que sus hijos se sientan validados, capaces y escuchados.

La importancia de hablar desde la autoconciencia

Quien ha desarrollado una alta inteligencia emocional no traslada la responsabilidad de sus emociones a los demás. Sabe reconocer lo que siente y lo expresa con claridad. Por eso, una de las frases más poderosas que suelen emplear es:

“Esto que hiciste me hizo sentir…”

Este enunciado expresa una emoción concreta, pero sin culpar ni victimizarse. Al usarlo, la madre asume responsabilidad sobre sus sentimientos y modela la manera en que sus hijos pueden hacer lo mismo. Dejar atrás frases como “Me hiciste sentir mal” para adoptar este tono, ayuda a que los niños comprendan que sus acciones tienen impacto, pero que cada uno es responsable de su propio mundo emocional.

Reconocer los errores fortalece la relación

Aceptar cuando uno se equivoca marca una gran diferencia. Es común que muchas personas eviten pedir disculpas por miedo a parecer débiles. Sin embargo, en un entorno familiar, reconocer los errores con sinceridad fortalece la confianza y enseña humildad. Así, otra frase común en madres emocionalmente inteligentes es:

“Lo siento, me equivoqué.”

Estos simples términos rompen barreras. Transmiten respeto, apertura y disposición para mejorar la relación. Al pronunciarla, la madre enseña a los hijos que todos cometen errores y que pedir perdón no solo repara, sino que también ayuda a aprender de la experiencia, sin cargar con culpas innecesarias o resentimientos.

Validar las emociones y poner límites desde el respeto

El respeto propio y hacia los demás es fundamental en el estilo de comunicación de una madre emocionalmente inteligente. Como parte de esta dinámica, hay momentos en los que es necesario establecer límites claros, pero siempre desde la asertividad y el cuidado. Una frase frecuente y poderosa es:

“Ahora necesito un momento para mí.”

Con esto, la madre muestra a sus hijos la importancia del autocuidado. Les enseña que está bien poner límites cuando se necesita descansar, pensar o simplemente estar sola. No solo se respeta a sí misma, sino que también planta la semilla para que los hijos aprendan a cuidar su bienestar emocional y físico, sin sentirse egoístas ni culpables por necesitar un respiro.

Foto Freepik

Gratitud: un catalizador de vínculos afectivos sanos

En muchos hogares, dar las cosas por sentado erosiona la cercanía. Las madres que cultivan la inteligencia emocional hacen del agradecimiento un hábito cotidiano. Decir:

“Gracias por ayudarme.”

no es una mera formalidad. Al expresar gratitud, estas madres refuerzan el valor de la colaboración y reconocen los esfuerzos de sus hijos. El agradecimiento fomenta la autoestima y genera una sensación de pertenencia. Cuando los niños escuchan que su apoyo es apreciado, crecen sintiéndose valorados, útiles y motivados a seguir ayudando.

Expresar apertura al diálogo y pedir consejos

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La comunicación no es un monólogo. Las madres con inteligencia emocional abren espacio a la opinión de los hijos y dejan claro que su voz importa. Usar frases como:

“¿Puedes darme algún consejo?”

es una invitación a participar y a sentirse parte de la solución. Esto no significa renunciar a la autoridad, sino fomentar la autonomía y la confianza mutua. Los niños a los que se les pide consejo aprenden a analizar situaciones, proponer ideas y confiar en su criterio.

La empatía comienza con las palabras

La base de cualquier relación sólida es la empatía. Las madres emocionalmente inteligentes usan frases cargadas de comprensión, como:

“Todas las emociones están bien.”

Esta aceptación plena aleja el miedo a juicio o a castigos desmedidos por sentir. Facilita que los hijos confíen en que pueden expresar lo que viven interiormente. Así, se sienten seguros y libres de compartir tanto alegrías como dificultades.

Frases que evitan las madres con alta inteligencia emocional

No menos importante es el hecho de que estas madres saben qué frases evitar. Por ejemplo, suprimen expresiones que trasladan la responsabilidad emocional al otro, como “Me haces sentir horrible”. De igual modo, omiten comentarios que anulan emociones, como “No deberías sentirte así”. Al evitar estas formas, cuidan la salud emocional de los hijos y promueven un ambiente de respeto mutuo.

La inteligencia emocional se aprende y se enseña

Nadie nace sabiéndolo todo, mucho menos hablando con delicadeza emocional. Sin embargo, la práctica diaria del autocuidado, la empatía y la asertividad transforman el ambiente familiar. Las frases elegidas por madres emocionalmente inteligentes funcionan como herramientas para guiar, escuchar y conectar.

El resultado es visible: niños con mayor autoestima, capaces de gestionar sus emociones y listos para enfrentar los retos de la vida con seguridad y respeto por sí mismos y por los demás. Las palabras, cuando se eligen con conciencia, crean lazos que duran y enseñanzas que trascienden generaciones.

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Dany Levito

Daniela, una apasionada de la lectura y la tecnología, nació en una vibrante ciudad en América Latina. Desde muy temprana edad, mostró un gran interés por los libros y la curiosidad por explorar el mundo de la tecnología.

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