Lo que los vuelos de larga distancia le hacen a tu cuerpo (y cómo evitarlo)
Los vuelos de larga distancia se han vuelto comunes en nuestra vida moderna, ya sea por trabajo o placer, cada vez más personas pasan horas dentro de un avión. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar cómo afecta esto a tu cuerpo? Conocer los efectos y cómo mitigarlos puede marcar un cambio en tu experiencia al volar.
Efectos físicos de los vuelos de larga distancia
Quedarse sentado durante horas en una cabina presurizada no pasa desapercibido para tu cuerpo. Estos son algunos de los principales impactos físicos.
Deshidratación
El aire en la cabina del avión tiene niveles de humedad mucho más bajos de lo que tu cuerpo está acostumbrado, lo que puede causar sequedad en la piel, garganta, ojos y nariz. Además, la deshidratación también puede provocar fatiga, dolores de cabeza e incluso problemas digestivos. Si no bebes suficiente agua, podrías notar un malestar general tras unas pocas horas.
Problemas circulatorios
Estar inmóvil durante varias horas puede afectar la circulación de la sangre, aumentando el riesgo de trombosis venosa profunda (TVP), el cual ocurre cuando se forman coágulos en las piernas debido a la falta de movimiento.
Ese hormigueo en los pies o piernas tras largos periodos sentado no es solo incómodo; podría ser un indicio de que necesitas mover tu cuerpo.
Jet lag
El jet lag ocurre cuando cambias de zona horaria y tu cuerpo no puede ajustar su reloj interno de inmediato. Los síntomas incluyen fatiga, insomnio, irritabilidad y problemas de concentración.
¿Te has sentido alguna vez como si te faltara un “reloj interno” tras un largo vuelo? Esto pasa porque el ritmo circadiano, encargado de regular los ciclos de sueño y vigilia, se descontrola.
Impactos psicológicos y emocionales
Más allá de lo físico, los vuelos prolongados también pueden afectarte mentalmente. Por sorprendente que parezca, las largas horas en el aire pueden influir en tu bienestar emocional.
Estrés y ansiedad
El estrés comienza desde la planificación misma: retrasos, controles de seguridad, asientos incómodos, generando tensión emocional. Durante el vuelo, el espacio reducido y la falta de privacidad no ayudan.
Además, el ruido constante y la sensación de encierro pueden aumentar la ansiedad, especialmente en vuelos de más de 10 horas.
Alteraciones en el sueño
La incomodidad de los asientos y el ruido ambiental dificultan alcanzar un sueño reparador. Estas alteraciones pueden hacer que te sientas agotado al llegar a tu destino.
La falta de sueño no solo afecta tu humor, también disminuye tu capacidad para tomar decisiones y manejar el estrés desequilibrios emocionales.
Consejos prácticos para mitigar los efectos
Bebe agua antes, durante y después del vuelo. Evita el consumo de alcohol y cafeína, ya que estos contribuyen a la deshidratación y lleva contigo una botella reutilizable y pide que la llenen durante el vuelo.
Opta por bebidas ricas en electrolitos si el viaje es especialmente largo. Así, repondrás los minerales que pierde tu cuerpo.
Moverte mientras estás sentado puede parecer complicado, pero es esencial para mejorar la circulación. Intenta estos ejercicios simples sin levantarte de tu asiento:
- Eleva y baja los talones mientras mantienes los dedos en el suelo.
- Haz giros suaves de tobillos.
- Flexiona y estira las piernas.
- Inclina tu torso hacia los lados lentamente.
Prepara a tu cuerpo para el nuevo huso horario unos días antes del vuelo. Si viajas hacia el este, acuéstate más temprano; si vas hacia el oeste, hazlo más tarde. Durante el vuelo, intenta dormir o mantenerte despierto según el horario de tu destino.
Recuerda que los vuelos de larga distancia no tienen que ser una pesadilla para tu cuerpo y mente. Con un poco de conocimiento y preparación, puedes mitigar muchos de sus efectos. Mantente hidratado, mueve tu cuerpo y ajusta tus patrones de sueño para minimizar el impacto. La próxima vez que estés planeando un vuelo largo, piensa en estas estrategias como parte esencial de tu viaje.