Las personas que utilizan lentes de contacto saben que hay de diferentes tipos: los que duran varios días, semanas o meses o las desechables; y también deben conocer la importancia de quitárselos antes de dormir. Sin embargo, hay casos excepcionales en los que ese gran detalle parece quedar en el olvido, poniendo en riesgo la salud visual.
Los lentes de contacto han sido una gran solución para aquellos que sufren de miopía o astigmatismo, ya que les permiten sentirse más cómodos sin tener que soportar o cargar todos los días unas gafas. Por otro lado, para otros está más vinculado a alguna cuestión estética, por la necesidad de querer cambiar el color natural de los ojos.
Pero el objetivo de esta artículo es contar una historia que para muchos parece surrealista, pero de verdad ocurrió en Estados Unidos, en donde una mujer de Newport Beach-California, acudió a su oftalmóloga de confianza debido a un fuerte dolor que estaba presentando desde hace días en los ojos, al cual se sumaba una leve disminución de su capacidad visual.
Al parecer, la paciente, que es una mujer mayor, olvidó que se iba a dormir con sus lentes de contacto puestos y al día siguiente volvía y se ponía otros encima. Durante su consulta, la profesional descubrió que la mujer de 70 años tenía 23 lentillas debajo de los párpados y las había acumulando a lo largo de los años creando una gran barrera visual.
Así fue la solución para el retiro de las lentillas
La doctora Katerina Kurteeva describió en una entrevista el paso a paso de la llegada de la mujer a sus manos: «Llegó a mi consultorio y dijo que sentía algo en el ojo. A pesar de que siempre les pedimos a las personas mayores que se realicen chequeos anuales, esta mujer se había saltado las citas durante dos años».
En primera instancia, la profesional pensó que podría tratarse de un lente de contacto roto o de una infección provocada por el maquillaje u otra particularidad, ya que la paciente tenía visión borrosa, pero lo que más le molestaba era el dolor. Sin embargo, jamás había llegado a pensar que dentro de sus ojos hubiese tal cantidad de lentillas.
Le aplicó anestesia y analizó detalladamente sus ojos hasta que vio algo extraño en el fórnix superior. La Dra. Katerina estaba muy asombrada y desconcertada: «Utilicé un instrumento específico que podía mantener abiertos los párpados durante varios minutos, de modo que podía utilizar las manos libremente para averiguar lo que ocurría», afirma.
«Al principio, no vi mucho, solo un poco de moco, que podría ser una respuesta natural a la irritación. Sin embargo, cuando le pedí que mirara hacia abajo, pude ver los bordes de un par de lentes de contacto pegados entre sí», concluye la oftalmóloga. «Al sacarlos, sentí que aún podía ver más y le pedí a mi asistente que tomara mi teléfono para registrar la eliminación», añadió.
Bajo los párpados tenía 23 lentes de contacto. En ese momento, el médico procedió a extraer dos lentes que permanecieron unidos entre sí, pero parecía haber más: «En casi 20 años de práctica, nunca había visto algo así». La profesional calificó la intervención realizada como una “baraja de cartas”, y que uno a uno fue retirando los lentes. «Pensé que este podría ser mi momento de récord mundial en el Libro Guinness” dice a modo de broma una vez se había superado la peor parte.
La adulta pudo sentir un alivio inmediato. Además, le limpiaron con agua destilada estéril su ojo para quitar la mucosidad que lo permeó de amarillo y verde. En la publicación que realizó la oftalmóloga, se la ve extrayendo cuidadosamente con un bastoncillo «unas pocas» lentillas, aunque no son pocas en absoluto.