Pareja: ¿es mejor contarse todo o tener algunos secretos?
La confianza es un pilar fundamental en cualquier relación de pareja, puesto que es el cimiento sobre el cual se construye la intimidad y la conexión emocional entre dos personas. Sin embargo, no siempre es necesario compartir absolutamente todo en una relación saludable, porque cada individuo tiene su propio espacio personal, pensamientos y aspiraciones íntimas.
Mantener espacios individuales
En una relación sana, es normal que exista una esfera de pensamientos, sueños y aspiraciones que pertenecen al ámbito más íntimo de cada persona. Este espacio individual es legítimo y no tiene nada que ver con la confianza y el amor que se siente hacia la pareja.
Si en alguna ocasión no nos sentimos cómodos compartiendo algún aspecto de nuestro día a día, como por ejemplo la frustración por una discusión con un compañero de trabajo o la satisfacción por un logro personal, podemos guardar silencio sin sentirnos culpables. Del mismo modo, si es nuestra pareja quien prefiere guardar silencio, debemos respetar su privacidad sin ofendernos ni preocuparnos en exceso. Sin embargo, si los secretos se acumulan y descubrimos que ya no deseamos confiar en nuestra pareja, es importante abordar el tema y averiguar si hay algo que no funciona en la relación o si alguno de los dos tiene preocupaciones que prefiere mantener en silencio para no alarmar al otro. En este caso, el diálogo puede ser útil y liberador para ambos.
Los secretos que pueden ser beneficiosos
En ocasiones, puede ser beneficioso mantener cierto misterio en nuestra relación, al menos en algunos aspectos. Nuestro pasado antes de conocer a nuestra pareja, por ejemplo, es algo que nos pertenece y que podemos desear mantener para nosotros mismos. También podemos tener pensamientos, fantasías o recuerdos de errores cometidos que preferimos mantener en secreto. No es necesario revelarlo todo para construir una relación sana. Cada uno debe evaluar qué es lo adecuado revelar y qué es mejor mantener en privado. En casos de relaciones complicadas, puede ser aún más importante considerar si es necesario revelar ciertos secretos. A veces, guardar un secreto puede ser un signo de prudencia y madurez.
La sinceridad en ciertos aspectos
La confianza mutua es, como mencionamos anteriormente, el fundamento más importante de una relación. Si bien es válido mantener un espacio personal de intimidad, nuestra pareja tiene derecho a estar informada sobre los hechos fundamentales que afectan a la pareja. Algunos aspectos, especialmente aquellos relacionados con decisiones importantes y nuestros valores personales, deben ser conocidos y compartidos desde el principio, ya que son elementos sobre los cuales se construye la vida diaria en pareja.
Si estos valores son compartidos por ambos, la relación será más fácil de construir. En caso contrario, será necesario negociar y aceptar compromisos. En cualquier caso, es importante saberlo desde el comienzo de la relación para que cada uno sea libre de retroceder si así lo desea. No es necesario mostrarse completamente sin reservas desde el primer encuentro. Cuando decidimos revelar algo que habíamos mantenido en secreto hasta ese momento, debemos elegir cuidadosamente el momento y el lugar. Ambos deben estar tranquilos y dispuestos. Abordemos el tema sin rodeos, pero con amabilidad y serenidad, preparándonos para enfrentar la reacción de nuestra pareja y responder a sus inevitables preguntas.
Evitar «desahogarse» a costa del otro
Es mucho mejor guardar silencio cuando solo deseamos «desahogarnos» y aliviar nuestra conciencia, tal vez buscando el perdón de nuestra pareja. En este caso, revelar el secreto no es un acto de sinceridad, sino simplemente una manera de evadir responsabilidades, sabiendo que el secreto causará dolor y probablemente desencadenará conflictos y turbulencias en la relación. Es mejor mantener la boca cerrada y hacer todo lo posible para que el secreto permanezca oculto, soportando la inevitable culpa.
La importancia de la moderación durante las discusiones
Incluso durante una confrontación acalorada, no siempre es necesario expresar todo lo que sentimos y pensamos. De hecho, cuando estamos enfadados, tendemos a hablar demasiado, expresando sensaciones y emociones sin filtro impulsadas solo por el momento. Para tener discusiones constructivas, es necesario mantener una cierta distancia y autocontrol, limitando la disputa al tema en cuestión en ese momento y distinguiendo entre los asuntos realmente importantes y aquellos que es mejor dejar pasar.