Pensó que tenía demencia a los 36 años, pero el diagnóstico real cambió su vida
Cuando Danielle Hobson, una empresaria de 36 años, comenzó a experimentar síntomas inquietantes como olvidos y problemas de sueño, temía estar desarrollando demencia a una edad temprana. Sin embargo, el verdadero diagnóstico que recibió cambiaría por completo el rumbo de su vida.
Síntomas preocupantes que apuntaban a la demencia
Danielle, madre de dos hijos, empezó a notar cambios alarmantes en su salud. Olvidaba los nombres de sus amigos, sufría de sudores nocturnos, episodios de insomnio y palpitaciones cardíacas. Incluso experimentaba intensos dolores corporales que le hacían sentir como si tuviera 86 años en lugar de 36.
Preocupada por estos síntomas, que parecían indicar una posible demencia precoz, Danielle buscó la opinión de su médico. Sin embargo, este descartó la idea, argumentando que era «demasiado joven» para estar en la premenopausia. En su lugar, le recetó antidepresivos, una solución que no logró aliviar sus problemas.
Frustrante búsqueda de respuestas
Determinada a encontrar una explicación a su deterioro, Danielle recurrió a diferentes tratamientos alternativos, gastando entre 180 y 240 euros mensuales en suplementos y terapias holísticas como Reiki. Pero nada parecía funcionar.
Finalmente, decidió pagar por un análisis de sangre privado, el cual reveló que sufría de una insuficiencia ovárica prematura, una condición que a menudo se confunde con la pre-menopausia. Sin embargo, los médicos se negaron a derivarla a un especialista, ya que sus resultados de sangre no mostraban anomalías.
Un diagnóstico que cambia la vida
Frustrada y agotada por su arduo recorrido, Danielle tuvo que esperar hasta que un dolor agudo en los ovarios la llevara al hospital en diciembre de 2023. Allí, los médicos le diagnosticaron finalmente un quiste ovárico de 5 centímetros, un síntoma de los desequilibrios hormonales que estaba experimentando.
Poco después, en febrero de 2024, Danielle recibió el diagnóstico definitivo: estaba en pre-menopausia. Aunque el tratamiento inicial no surtió efecto de inmediato, dos meses más tarde comenzó a notar una mejoría significativa.
«Me sentí como yo misma de nuevo», afirmó, describiendo cómo recuperó la energía y el bienestar que había perdido durante meses. Ahora, puede dirigir con éxito sus dos empresas y se siente en forma, lejos de los síntomas que la habían llevado a temer una temprana demencia.
Danielle es consciente de que las mujeres en la treintena a menudo experimentan síntomas similares a los suyos, y que no existe un enfoque generalizado para abordar esta realidad. Por eso, no duda en compartir abiertamente su experiencia, incluso con su hija de 13 años, con el fin de desmitificar y visibilizar esta problemática. Igualmente, resalta la necesidad de una mayor sensibilización y conocimiento sobre las condiciones hormonales que afectan a las mujeres jóvenes.