¿Por qué tenemos más ganas de hacer el amor cuando hace buen tiempo?
La creencia generalizada de que el deseo sexual aumenta durante el verano, al igual que la temperatura, está muy arraigada en el imaginario colectivo. De hecho, utilizamos el mismo adjetivo «caliente» para referirnos tanto a alguien con un alto impulso sexual como a la estación más cálida del año. Pero, ¿realmente el calor del verano tiene alguna influencia sobre nuestra libido?
El efecto liberador de las vacaciones
Según algunos expertos, no necesariamente. Karine, de 45 años, afirma: «No creo que estemos más excitados porque haga calor», ya que el acto sexual en esas condiciones puede requerir una energía que a veces no se tiene, luchando contra el bochorno.
Sin embargo, la asociación entre verano y sensualidad se debe principalmente a que esta es la temporada de vacaciones. Clémentine, de 24 años, considera que los días libres son más propicios para la intimidad y la actividad sexual: «El hecho de estar de vacaciones libera la mente: hay menos tensiones, presión o estrés, y más disponibilidad para el ocio y la relajación, lo cual es favorable para el sexo». Estar menos preocupado por el trabajo solo puede ayudar a estimular el deseo, confirma la sexóloga Morgane Xhonneux, de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica: «El estrés y el bajo estado de ánimo son los enemigos del sexo».
El efecto estimulante de la luz solar
Este contexto sociocultural favorable a las relaciones sexuales también se ve influenciado por factores fisiológicos y psicológicos. El verano trae consigo el sol, cuyos rayos aportan energía tanto física como mental. La bella estación ofrece así una cura natural de fototerapia: tenemos más energía y mejor estado de ánimo.
Además, el sol y el calor conllevan una mayor exposición corporal, lo que puede avivar el deseo. Como explica Daniel, de 29 años: «Podemos pensar más en el sexo porque los cuerpos están más descubiertos, vemos más piel». El doctor Francesco Bianchi-Demicheli, de la Universidad de Ginebra, corrobora: «Estamos expuestos a estímulos más llamativos en verano. La ropa revela partes del cuerpo relacionadas con el erotismo». E incluso los olores juegan un papel, ya que las altas temperaturas facilitan la propagación de las moléculas volátiles.
La comodidad de la desnudez
Y, como el calor lleva a desvestirse, también resulta más sencillo pasar a la acción. «Es más fácil estar desnudo en verano: no se tiene miedo a pasar frío y hay que quitarse menos ropa, por lo que el deseo puede ser más espontáneo», detalla Marie-Aude Binet, autora del libro «Infidelidades y crisis de pareja».
Esto se aplica tanto de día como de noche. «Cuando hace calor, es la oportunidad de dormir desnudos uno al lado del otro. Puede ser una invitación a un cuerpo a cuerpo sensual y a redescubrir otras sensaciones agradables por el contacto de la piel, antes de despertar el deseo y provocar la excitación», explica la experta.
El atractivo de la transpiración
Incluso la transpiración puede ser un factor estimulante. Como cuenta Clémentine, a quien «le encanta hacer el amor cuando hace mucho calor»: «Cuanta más sudor, más me gusta». Esto se debe, por un lado, a «las sensaciones excitantes de fluidez de los cuerpos y de intercambio de fluidos», y por otro, al «aspecto excitante de los cuerpos brillantes», como describe Daniel.
Clémentine también encuentra atractivo el hecho de estar «completamente liberada. No piensas en la limpieza de las sábanas, en el pelo que habrá que lavar… Solo importa el momento presente». Además, le gusta que se confundan las señales de excitación sexual y las de calor -aumento de la temperatura corporal, aceleración del ritmo cardíaco, enrojecimiento de las mejillas-. «Inevitablemente, hay una asociación mental: el sudor evoca la finalidad del acto, el orgasmo, la promesa de una relación ardiente», explica.
La ducha, un aliado
Sin embargo, no todo el mundo reacciona con el mismo entusiasmo ante la transpiración. Para Karine, si su pareja comienza a sudar por todas partes, «no tengo ganas de que eso dure».
Afortunadamente, incluso para quienes rechazan el sudor o se sienten desmotivados sexualmente por el calor, la ducha puede ser la solución. «Es una opción fácil de poner en práctica, te sientes más fresco», sintetiza Morgane Xhonneux. Además, la ducha puede convertirse en un momento sensual e incluirse en los preliminares.
Renovar la sexualidad
Esto demuestra que «el calor no debe ser un obstáculo, sino una oportunidad para renovar la sexualidad», afirma la sexóloga, quien invita a dejar volar la imaginación y a jugar con las restricciones de las temperaturas. Karine sugiere refrescarse haciendo el amor en el agua: «Se puede hacer el amor en el mar, en las olas. Hay que estar un poco entrenado, pero funciona». Marie-Aude Binet menciona a algunas parejas que «esperan a que anochezca para hacer el amor en el jardín».
Además de variar los lugares, también se puede modular el ritmo. «Se puede hacer el amor con más suavidad, más lentamente», propone Morgane Xhonneux. El calor se vuelve entonces excitante por la languidez y la dulzura a las que invita. Ablandados por las altas temperaturas, se toma el tiempo… e incluso se puede aprovechar para inventar nuevos juegos sexuales, como sugerir «un pequeño cubo de hielo entre los pechos», según Daniel.
Cuidar la pareja y disfrutar
Así pues, lejos de ser un obstáculo, el calor del verano puede convertirse en una oportunidad para renovar la vida sexual de la pareja, jugar con los estímulos sensoriales y disfrutar de una intimidad más relajada y creativa. Una invitación a dejarse llevar por los placeres de la temporada cálida.