¿Qué hacer cuando tu pareja quiere tener relaciones sexuales pero tú no?

El deseo sexual de cada persona es influido por factores emocionales, físicos y contextuales. Por ese motivo, no desear sexo en un momento puntual no significa rechazo hacia tu pareja, ya que puede ser simplemente resultado del estrés, el cansancio o, incluso, de fluctuaciones hormonales. La clave está en diferenciar el deseo sexual general, el deseo romántico y el deseo específicamente hacia la pareja.
Por ejemplo, podrías sentirte emocionalmente conectado con tu pareja, pero no responder de manera sexual debido a cuestiones externas, como preocupaciones laborales o falta de energía. Reconocer esta diferencia puede aliviar malentendidos y evitar que la otra persona lo interprete como una falta de interés personal.
La importancia de la comunicación abierta
El silencio puede convertirse en el mayor enemigo de una relación equilibrada. Si evitas abordar el problema, corres el riesgo de que tu pareja interprete erróneamente tus motivos, lo que puede llevar a sentimientos de rechazo o inseguridades.
Cuando tengas esta conversación, usa un tono calmado y evita culpar. Expresa claramente cómo te sientes, manteniendo un enfoque en lo que necesitas en ese momento. Frases como “Esto no tiene nada que ver contigo, hoy mi energía o estado emocional no están en el mejor momento” pueden marcar la diferencia.
Buscar puntos de conexión más allá de lo sexual
La intimidad sexual es solo una parte del vínculo entre dos personas. Si en un momento dado no hay deseo por un encuentro sexual, es posible reforzar la relación a través de otras formas de conexión.
Pasar tiempo de calidad juntos, compartir actividades que disfruten ambos, o simplemente demostrar afecto físico no sexual, como un abrazo o acariciar la mano de tu pareja, puede mantener viva la conexión emocional. Estas pequeñas muestras de cariño ayudan a recordar que la intención no es distanciarse, sino priorizar el bienestar del momento.

Reflexiona sobre tus propias emociones
Antes de hablar con tu pareja, tómate un momento para reflexionar y pregúntate: ¿qué está afectando tu deseo sexual? Puede ser algo físico, como un sueño insuficiente o medicamentos, o quizá sea algo emocional, como estrés, ansiedad o conflictos en la relación.
Si notas que la falta de deseo se vuelve recurrente, plantéate explorar más a fondo lo que puede estar ocurriendo, esto no solo beneficia la relación, sino que también te permite cuidarte como individuo.
Cómo manejar la frustración en la pareja
Es normal que la persona que desea sexo y no lo obtiene sienta frustración o rechazo y es aquí es donde el entendimiento y la paciencia juegan un papel fundamental. Recuérdale a tu pareja que no se trata de indiferencia o desinterés, sino de un momento temporal.
Por ello, es fundamental evitar que la otra persona perciba este cambio de ritmo como una amenaza a su autoestima o atractivo. Expresa lo que valoras en ella y las cualidades que sigues admirando; estas afirmaciones pueden fortalecer el vínculo emocional, incluso en momentos de menor intimidad física.
Considerar la ayuda profesional
Si esta tensión se mantiene por mucho tiempo, tal vez sea buena idea buscar orientación de un especialista. Un terapeuta o sexólogo puede arrojar luz sobre las dinámicas de deseo en la relación y ofrecer herramientas prácticas.
A veces, introducir nuevas formas de redescubrirse y reavivar el deseo puede marcar una gran diferencia. Esto no significa que algo esté “roto” en la pareja, sino simplemente reconocer que cada relación necesita ajustes y cuidados.