¿Sabías que estas 7 cosas podrían dañar tu audición?

Cuidar la salud auditiva es más importante de lo que muchas veces creemos, porque no se trata solo de evitar ruidos ensordecedores en conciertos o no abusar de los auriculares, sino de identificar esas situaciones cotidianas que poco a poco pueden deteriorar nuestra capacidad de oír.
Los efectos de los medicamentos en tu audición
¿Sabías que algunos medicamentos pueden afectar tu capacidad auditiva? Existen alrededor de 200 fármacos identificados como ototóxicos, lo que significa que pueden causar daño al oído interno. Algunos antibióticos, quimioterapias e incluso analgésicos como la aspirina en dosis altas están en esta lista y pueden generar zumbidos (tinnitus), pérdida auditiva parcial o problemas de equilibrio. Si notas estos síntomas, habla con tu médico para evaluar posibles alternativas o ajustes en tu tratamiento.
El impacto de una mala higiene dental
Puede parecer sorprendente, pero las infecciones bucales, como las ocasionadas por muelas del juicio impactadas o caries severas, pueden generar inflamación que afecta el flujo sanguíneo hacia el oído interno. Este flujo es crucial para mantener saludables las células ciliadas del oído, las cuales convierten las vibraciones sonoras en señales que el cerebro interpreta. Mantén tu higiene bucal al día para proteger no solo tus dientes sino también tu audición.

La relación entre la presión arterial y los problemas auditivos
La hipertensión no solo afecta al corazón; también puede dañar los vasos sanguíneos que nutren el oído interno. Cuando la presión arterial está alta, las delicadas estructuras del oído sufren y esto puede traducirse en una pérdida auditiva temporal o permanente con el paso del tiempo. Si vives con hipertensión, controlar tus niveles mediante dieta, ejercicio y medicamentos no solo protegerá tu salud cardiovascular, sino también tu capacidad de escuchar.
El sueño: un aliado ignorado de tus oídos
¿Tienes apnea del sueño o problemas para descansar bien? La falta de sueño no solo afecta tu energía o concentración; también puede perjudicar la salud de tu oído interno. Estudios recientes han encontrado una conexión entre la apnea del sueño y un mayor riesgo de pérdida auditiva. Este vínculo podría deberse a la reducción del flujo sanguíneo hacia las estructuras auditivas mientras duermes. Si sospechas que tienes apnea, busca tratamiento para proteger tanto tu descanso como tu audición.
Ruidos cotidianos que subestimamos
Conducir en el tráfico, usar secadores de pelo o pasar mucho tiempo en calles bulliciosas puede parecer inofensivo. Sin embargo, estos ruidos cotidianos generan un efecto acumulativo en nuestra audición.
Aunque los sonidos no sean extremadamente fuertes, una exposición prolongada puede dañar las delicadas células del oído interno que no se regeneran. Reducir la exposición utilizando tapones o descansando los oídos puede hacer una gran diferencia.

El daño de los auriculares mal utilizados
Los auriculares son compañeros fieles, pero usarlos en exceso o con el volumen alto puede pasar factura. Según expertos, mantener el volumen por debajo del 60% de la capacidad del dispositivo es clave para evitar daños. Además, usar auriculares con cancelación de ruido te permite escuchar a niveles más bajos, protegiendo así tus oídos. No olvides darles a tus orejas un descanso después de largos periodos de uso.
Enfermedades comunes que pueden mermar tu audición
Infecciones como un simple resfriado o una otitis pueden afectar temporalmente tu capacidad para escuchar. Incluso enfermedades crónicas como la diabetes están vinculadas con la pérdida auditiva, ya que los niveles altos o bajos de azúcar en sangre pueden dañar los nervios delicados del oído. Consultar a un médico al primer signo de problemas auditivos hará la diferencia entre una molestia pasajera y un daño permanente.
Es fácil ignorar las señales iniciales de pérdida auditiva, como pedir a los demás que repitan lo que dijeron o subir el volumen del televisor. Sin embargo, reconocer estos cambios a tiempo y buscar ayuda profesional puede prevenir complicaciones mayores, incluyendo problemas de comunicación y aislamiento social.