6 síntomas extraños que pueden aparecer después del sexo
Más allá del placer y la intimidad, el sexo también puede desencadenar una serie de síntomas y efectos secundarios que muchas personas desconocen. A continuación, conoceremos seis de estos fenómenos extraños que pueden ocurrir después de tener relaciones sexuales, brindando información valiosa para que estés preparado y sepas cómo manejarlos.
Cuando el clímax causa dolores de cabeza
Una de las consecuencias más sorprendentes del sexo son las cefaleas orgásmicas. Estas intensas jaquecas pueden aparecer justo antes o durante el orgasmo, y se caracterizan por un dolor localizado cerca de los ojos o detrás de la cabeza. Según la Fundación Nacional de Dolores de Cabeza de Estados Unidos, estas cefaleas se deben a la elevación repentina de la presión arterial que acompaña al clímax.
Los expertos recomiendan tomar un antiinflamatorio o, en el caso de personas que sufren de migrañas, un medicamento específico para este tipo de dolores de cabeza. Si los episodios se repiten con frecuencia, es importante consultar a un médico, ya que en casos extremos podrían indicar una hemorragia cerebral.
Cuando el sexo hace perder la memoria
Otra sorprendente consecuencia del sexo es la amnesia transitoria. Este trastorno, también conocido como «ictus amnésico», se caracteriza por la pérdida temporal de la memoria, que puede durar hasta 24 horas. Un caso documentado en la revista Cureus relata el caso de un hombre de 52 años que sufrió este fenómeno tras tener relaciones sexuales con su esposa.
Aunque aún se desconoce la causa exacta, se cree que la amnesia transitoria puede ser desencadenada por factores como el estrés, el esfuerzo físico o, como en este caso, la actividad sexual. Afortunadamente, la memoria suele recuperarse en un plazo de 24 horas, dejando solo el recuerdo borroso de lo ocurrido.
Cuando la intimidad provoca crisis respiratorias
Para las personas con asma, el sexo puede ser un desencadenante de crisis asmáticas, debido a que la actividad sexual se considera un esfuerzo físico, comparable a subir uno o dos pisos. Un estudio de 2019 reveló que el asma puede tener un impacto negativo en la vida íntima, llegando incluso a que algunos pacientes eviten las relaciones sexuales.
Para prevenir estas crisis, los expertos recomiendan utilizar un broncodilatador antes de la actividad sexual y evitar las posiciones que compriman el tórax y el abdomen. Hablar abiertamente con el neumólogo sobre este tema puede ayudar a manejar mejor los síntomas y disfrutar de una vida sexual más plena.
Cuando el clímax trae sufrimiento
El síndrome de malestar post-orgásmico (también conocido como síndrome de malestar post-eyaculatorio) es una rara afección que afecta principalmente a los hombres. Después de eyacular, estos pacientes experimentan depresión, agotamiento, problemas cognitivos, ansiedad e incluso síntomas pseudogripales.
Los síntomas suelen aparecer una hora después de la eyaculación y pueden durar hasta una semana. Aunque el tratamiento aún es experimental, se han utilizado remedios como la loratadina, ciertos antidepresivos, alfa bloqueantes e incluso la hipnosis. Esta condición puede ser devastadora para la vida sexual, por lo que es importante buscar atención médica especializada.
Cuando el sexo trae tristeza en lugar de felicidad
Contrario a la creencia popular, el sexo no siempre lleva a la felicidad y el placer. Algunas personas, especialmente mujeres, experimentan un «blues» o disforia post-coital después de tener relaciones sexuales, incluso si el acto en sí ha sido satisfactorio.
Estudios de 2015 indican que hasta el 5% de las mujeres han experimentado al menos un episodio de disforia post-coital en las cuatro semanas previas, y que el 46% lo ha experimentado en algún momento de sus vidas. Esta tristeza, melancolía e incluso agitación después del sexo aún se conoce mal y a menudo genera incomprensión. En caso de sufrimiento, es importante consultar a un sexólogo.
Cuando el sexo conlleva infecciones urinarias
En el pasado, las infecciones urinarias recurrentes después del sexo se conocían como «cistitis de luna de miel». Este nombre poético hacía referencia al hecho de que, tras un período de abstinencia, los nuevos amantes suelen tener relaciones más frecuentes, lo que aumenta el riesgo de cistitis.
Sin embargo, algunas mujeres siguen sufriendo cistitis incluso con una pareja estable. Esto se debe a que la penetración puede introducir gérmenes en la uretra. Para tratar estas infecciones, se requiere un antibiótico específico, identificado mediante un análisis de orina. Si se repiten, el médico puede prescribir un tratamiento después de cada relación. También se recomienda orinar con más frecuencia, especialmente después del sexo.