Tragedia familiar: la negligencia médica que costó la vida de una niña de 10 años
La historia de Shaylisha Morrison es una tragedia que conmueve a cualquiera que la escuche. Esta niña de 10 años, junto a su hermana gemela Chardonnay, sufrieron durante años de problemas de salud que fueron ignorados repetidamente por los médicos. Lamentablemente, este descuido fatal culminó en la muerte repentina de Shaylisha, dejando a su familia devastada y buscando respuestas.
Síntomas persistentes desde el nacimiento
Desde que nacieron, Shaylisha y Chardonnay Morrison lidiaban con un problema de salud crónico: estreñimiento persistente. Su madre no dejó de alertar a los médicos y enfermeras escolares sobre estos problemas recurrentes que aquejaban a sus hijas gemelas. Sin embargo, la respuesta que recibía una y otra vez era la misma: aumentar el consumo de frutas, verduras y agua, pues estos eran trastornos comunes en bebés prematuros, como lo eran Shaylisha y Chardonnay.
Falta de investigación médica exhaustiva
A pesar de los incesantes reclamos de Debbie, los profesionales de la salud se negaron a profundizar en los exámenes y pruebas necesarias para determinar la causa de los problemas de estreñimiento de las niñas. «Nadie nos propuso nunca hacerles una tomografía o una radiografía, lo cual debería haberse hecho», lamentó Debbie. Ella y su esposo confiaron en el supuesto conocimiento experto del personal médico, quienes se limitaron a dar consejos genéricos sin llegar al fondo del asunto.
El trágico desenlace
Lamentablemente, a finales de mayo, el estado de salud de Shaylisha se agravó drásticamente. Sufrió de diarrea y vómitos durante varios días, lo que la obligó a faltar a la escuela. Una noche, después de quedarse dormida en el sofá, su padre Eddie la encontró inconsciente. A pesar de la rápida intervención de los vecinos y los servicios de emergencia, los esfuerzos por reanimarla resultaron infructuosos.
Investigación médico-legal
Ante la trágica pérdida de Shaylisha, se abrió una investigación por parte del médico forense para determinar la causa de su fallecimiento. Mientras tanto, Debbie Morrison, destrozada por la muerte de su hija, señaló con el dedo la falta de consideración que el personal médico tuvo hacia sus preocupaciones a lo largo de los años.
Un vínculo inquebrantable
Shaylisha y Chardonnay eran inseparables, mejores amigas que hacían todo juntas. Eran niñas alegres, llenas de vida y siempre sonrientes. «No había un solo momento de aburrimiento con ellas, simplemente eran felices», recordó su madre con cariño. La pérdida de la pequeña ha dejado un vacío irreemplazable en el corazón de su gemela Chardonnay.
Años de síntomas ignorados
Debbie Morrison relató con frustración cómo durante 10 años insistieron a las autoridades y profesionales de la salud que algo andaba mal con sus hijas, pero siempre recibían la misma respuesta: «Es normal en niños prematuros, solo tienen que darles más agua, frutas y verduras». Nadie les escuchó, hasta que una de sus hijas falleció y la otra tuvo que ser hospitalizada con los mismos síntomas.
En el funeral de Shaylisha, su madre le rindió un conmovedor homenaje: «Hay un vacío en nuestros corazones que solo tú podías llenar. Eras la joya de nuestra familia, amada incondicionalmente. Ahora que te has ido, te extrañamos terriblemente cada día. Te amamos, mi princesa. Descansa en paz y sigue brillando, mi hermosa estrella».
La tragedia de la familia Morrison es un doloroso recordatorio de la importancia de escuchar atentamente a los padres y no desestimar sus preocupaciones, por más «comunes» que puedan parecer los síntomas. Los profesionales de la salud deben estar atentos a señales de alarma y estar dispuestos a investigar a fondo, incluso cuando los problemas parezcan triviales. Quizás, de haberlo hecho en el caso de Shaylisha y Chardonnay, se habría podido evitar este terrible desenlace.