Un padre de 63 años despierta del coma creyendo que tiene 24 años y ahora vive en una realidad de ciencia ficción desconcertada por los teléfonos inteligentes y un hijo «mayor que él»
Luciano D’Adamo, un hombre italiano de 63 años, vivió una experiencia que parece sacada de una película. Después de un terrible accidente de tráfico en 2019, despertó del coma con la creencia de que aún estaba en 1980. Su historia no solo es conmovedora, sino que también invita a reflexionar sobre el impacto del tiempo y la memoria en nuestras vidas.
Despertar en un mundo desconocido
Cuando Luciano abrió los ojos en el hospital después del accidente, nada tenía sentido. Sus últimos recuerdos eran de marzo de 1980, cuando tenía 24 años y trabajaba en el aeropuerto de Fiumicino en Italia. Lo primero que pidió fue llamar a su madre, pero no sabía que la pequeña caja que le dieron era un teléfono inteligente, ni que su madre había fallecido años atrás.
Ver su reflejo fue otro golpe. ¿Quién era ese hombre de cabello canoso al otro lado del espejo? Su esposa, a quien recordaba como su joven prometida de 19 años, se había transformado en alguien que no reconocía. Incluso su hijo, un hombre de 30 años, era un desconocido para él. Como si eso fuera poco, las visitas de viejos amigos lo confundían aún más. ¿Cómo podían estas personas hablarle con tanta familiaridad?
Lidiando con el salto en el tiempo
Luciano no solo perdió 39 años de recuerdos, sino también las experiencias que acompañan el paso del tiempo. Imagina olvidar campeonatos históricos, eventos mundiales como el 11 de septiembre o el auge de las redes sociales. Para Luciano, eran conceptos abstractos que debía redescubrir.
Un momento que marcó su proceso de adaptación fue experimentar un GPS en un auto. Para él, era como ver magia. “¿Cómo es posible que un mapa te hable y te diga exactamente a dónde ir?”, comentó en una entrevista.
Reaprendiendo un mundo moderno
El camino hacia la adaptación no ha sido fácil, dado que Luciano tuvo que aprender desde cero cómo interactuar en un mundo que ya no entendía. Ahora trabaja como conserje en una escuela, y aunque ha sido complicado, encontró cierto consuelo en la compañía de niños. Su capacidad para conectarse fácilmente con ellos es algo que lo ha ayudado a integrarse y construir una nueva vida.
Sin embargo, no todo ha sido sencillo, porque entender que tiene nietos, pero no los recuerda, ha sido una de las pruebas emocionales más duras. Incluso momentos simples, como escuchar a su esposa contar historias de viajes que compartieron, lo dejan perplejo. “Ella dice que fuimos juntos a París, pero yo no lo viví. Para mí, nunca sucedió”, confesó.
El dolor de la memoria ausente
Quizás lo más devastador ha sido reconstruir su vida sin respuestas definitivas. El conductor que lo atropelló en 2019 nunca fue encontrado, dejándolo sin justicia ni compensación económica por el accidente. Además, sigue lidiando con lagunas permanentes en su memoria, donde fragmentos aparecen y desaparecen como piezas incompletas de un rompecabezas.
Hasta ahora, los recuerdos que han regresado son mínimos, como un dibujo de una cigüeña y la etiqueta del hospital con el nombre de su primer nieto. Estos destellos de memoria son pequeñas victorias en un mar de incertidumbre.
El caso de Luciano nos recuerda lo frágil que es nuestra conexión con el tiempo y cómo lo tomamos por sentado. ¿Qué harías si despertaras un día y descubrieras que casi cuatro décadas de tu vida se han desvanecido? Para Luciano, el reloj puede haber avanzado, pero su espíritu sigue buscando un sentido en este nuevo capítulo.