Una joven de 21 años no podía caminar ni hablar debido a un trastorno cerebral poco común
Danni Cooper, una joven de 21 años, se vio repentinamente incapaz de caminar o hablar después de que el estrés intenso, relacionado presuntamente con problemas financieros, desencadenara en ella un trastorno neurológico poco común.
Esta experiencia desgarradora pone de manifiesto cómo los problemas de salud mental y las preocupaciones económicas pueden tener un impacto devastador en la vida de una persona.
De la salud a la incapacidad
La odisea de Danni comenzó cuando regresó del trabajo sintiéndose mareada, lo que inicialmente atribuyó a la falta de alimento. Sin embargo, esta joven sana y llena de vida pronto se vio luchando para llegar a su cocina, lo que llevó a su hermana Mollie a llamar urgentemente a los servicios de emergencia.
A su llegada al hospital, los síntomas fueron desestimados simplemente como «una migraña» agravada por su ciclo menstrual. Pero la situación empeoró drásticamente a la mañana siguiente, cuando Danni descubrió que había perdido por completo la capacidad de caminar y hablar.
Danni acudió de inmediato al Hospital Pinderfields en Wakefield, Yorkshire, temiendo haber sufrido un accidente cerebrovascular. Aunque los numerosos análisis no mostraron ninguna anomalía, pasó un mes en el hospital hasta que los médicos finalmente diagnosticaron su condición como trastorno neurológico funcional (FND), una afección en la que el cerebro tiene dificultades para transmitir y recibir información.
Los profesionales médicos creen que la ansiedad financiera, agravada por el aumento del costo de vida, podría haber sido el detonante de los súbitos y debilitantes síntomas de Danni. Después de casi una semana, recuperó parcialmente el habla, pero caminar sigue siendo un reto que la obliga a utilizar una silla de ruedas para distancias prolongadas.
Incapaz de continuar con su empleo debido al FND, Danni, originaria de Yorkshire, expresó: «Llevaba mucho tiempo preocupándome por el dinero. Tenía que elegir entre comida o gasolina para ir al trabajo; la crisis del costo de vida me golpeó con fuerza».
La joven reveló que en algún momento cayó en una profunda depresión, llorando a diario, lo que muy probablemente desencadenó su condición. Ella describe el FND como cuando una computadora tiene demasiadas pestañas abiertas y se bloquea: «Mi cerebro básicamente se apagó y dejó de comunicarse con mi cuerpo. Mi vida cambió de la noche a la mañana».
Los médicos le informaron que el FND probablemente había sido desencadenado por el estrés, y ella misma reconoció los desafíos previos que había enfrentado con las finanzas y la depresión. Aunque recibir el diagnóstico fue un alivio, Danni sabe que se trata de una condición crónica.
Si bien ha recuperado el habla y la capacidad de caminar, la joven aún depende de ayudas de movilidad como un bastón o una silla de ruedas. Continúa experimentando temblores y ha tenido que mudarse a una vivienda más adaptada a sus necesidades.
Ella se ha propuesto crear conciencia sobre esta condición poco conocida, para que más personas puedan recibir el apoyo y la comprensión que necesitan. Su historia es un recordatorio poderoso de que la salud mental y las preocupaciones económicas pueden tener consecuencias devastadoras, y de la importancia de brindar atención y recursos adecuados a quienes los necesitan.